El otro día fui a orar por la yegua de mi cuñada, la cual se hirió la pata gravemente con una cerca de alambre. Estaba demasiado angustiada, pues el veterinario le advirtió que si no presentaba mejoría en las próximas 48 horas, tendría que sacrificarla.
Ella quiere mucho a esa yegua. Mi cuñada es pentecostal de la denominación y su esposo es un ministro, pero la desconcertó que fuéramos a orar por su yegua. Con una mano coloque el paño de oración sobre su cabeza y esta apoyó su hocico en mi otra mano mientras oraba. Entonces recostó su cabeza en mi pecho y la dulce Presencia del Espíritu Santo se manifestó para sanarla.
El veterinario regresó al día siguiente, retiró el vendaje, examinó la herida y aseguró que se recuperaría. ¡Alabamos al Señor! Oramos para que estos detalles que obra el Espíritu Santo sirvan de testimonio para probarle a mi cuñada que Cristo aún vive.
¡Dios los bendiga!
El Hermano Simón Cullinan
Australia