15/03/2017
Un peldaño: la simplicidad

Así como apoyamos a nuestros hijos, nuestro Padre Celestial nos ayuda con nuestras necesidades mayores y también con las menores. Esta familia brasileña no se sentía cómoda en su casa debido a que el ventilador nuevo se había averiado y, al no tener garantía, supondría el gasto adicional de comprar otro. Entonces el Señor intervino en el precio del ventilador mientras obraba algo muy especial con el esposo de esta hermana.

Vivo en una ciudad ubicada en el sur de Brasil, donde los días y las noches de verano son muy calurosas. Como no cuento con aire acondicionado, debido a que el apartamento en el que vivo presenta problemas en la estructura, compramos un ventilador para aliviar el calor, que nos duró tres años.

El último día de febrero, mi esposo me llamó para contarme que el ventilador no estaba funcionando; las tres hélices se habían roto. Me entristecí mucho, pues entonces no contábamos con ese gasto y mi esposo está desempleado. Pero, como no podíamos prescindir del ventilador, nos dirigimos al supermercado para comprar uno nuevo, ¡siempre confiando en la gracia de Dios para todo!

Esta vez compramos uno de aluminio, que parecía mejor y más resistente que el primero. Nos sentimos aliviados al conseguir uno nuevo y todo marchó bien. El 9 de febrero, mientras nos preparábamos para dormir, mi esposo fue a encenderlo y, sorprendentemente, no funcionó.

Lo intentamos varias veces y cambiamos los enchufes y los adaptadores, pero fue en vano. Imagínense lo frustrados que estábamos; aparte de nuevo, fue costoso. Recordamos que aquí en Brasil los productos se pueden cambiar dentro de un período de tiempo. Llamé al centro de servicio al cliente del supermercado y me informaron que en nuestro caso el plazo era de siete días. Y ya habían pasado ocho; sin embargo, me indicaron que me dirigiera a la tienda e intentara hablar con el administrador.

Al instante empacamos el ventilador (eran las 9:37 p. m.) y fuimos al supermercado a pie. ¡Mi esposo se sentía muy triste! Durante todo el camino oré para que Dios nos ayudara a hablar y, sobretodo, a cumplir Su voluntad. Llegamos y nos atendió el supervisor, quien revisó el aparato y la factura de compra y nos dijo que la fecha límite ya había pasado. No era posible realizar el cambio. Procedió a decir que tendríamos que llevarlo a asistencia técnica (donde tardarían por lo menos treinta días en devolverlo).

Seguí orando en silencio mientras llamaba al administrador para que viniera a evaluar la situación. Explicamos lo que sucedió y él nos indicó lo mismo: “Tienen que llevarlo a asistencia técnica y, si no funciona, traigan el reporte de ellos para intercambiarlo”. Mi esposo quería alegarle al muchacho, pero lo tranquilicé y le agradecí al administrador por su amabilidad; entonces decidimos marcharnos del supermercado.

Continué orando y agradeciéndole a Dios porque sabía que Él se estaba encargando de todo. Ya estábamos en el estacionamiento, cuando escuché que alguien gritaba detrás de nosotros: “¡Señora, Señora, regrese! ¡Vamos a cambiárselo!”. Era el administrador, que vino corriendo a llamarnos. ¡El inmensurable amor de Dios! Él nos explicó que esa no era la política de la compañía, pero que lo haría de todas formas. Les pedí que probaran el ventilador usado para verificar que estaba dañado. Lo hicieron y nos dieron uno nuevo, que también probaron. Regresamos a casa muy felices. Y, para mí, lo más importante es que este fue un testimonio para mi esposo, quien no es Cristiano. Él sabía que yo iba orando en el camino y, cuando salimos con el nuevo ventilador, reconoció la gracia de Dios.

¡Estoy inmensamente agradecida por el amor de Dios! ¡Nunca dejemos de hablar de la bondad y las obras de Aquel que está atento de nosotros en TODO!

La Hermana Fernanda

Brasil

Pero, esa noche, quizás el Señor estaba lidiando con él, conforme a los pensamientos y la oración de Rebeca. Ahora, si usted quiere que Dios salve a su esposo o esposa, simplemente manténganse orando por ellos; solo sigan orando. Eso es lo único que tienen que hacer. Solo sigan orando y creyendo. Si hay alguna chispa de vida allí, Dios les cruzará algo en el camino que verán.

Un testimonio sobre el mar (62-0720)