07/06/2017
Hechos 19

De tal manera que aun se llevaban a los enfermos los paños o delantales de su cuerpo, y las enfermedades se iban de ellos, y los espíritus malos salían.

Hechos 19:12

Enviamos miles de millares y millares por todo el mundo anualmente. Entonces, y hay un paño de oración que llega, un pequeño trozo de tela por el que yo mismo oré. Ahora, si fuera mi hijo el que estuviera enfermo, me gustaría que lo enviara alguien en que yo confiara.

A Él oíd (59-0424E)

El ministerio del paño de oración ha existido por 2000 años y, como resultado, incontables personas han recibido su sanidad. Hermanos de la RDC y Angola, África, que pueden testificar que Hechos 19:12 sigue vigente hoy, nos enviaron los siguientes testimonios:

¡Shalom!

Me gustaría testificar de lo que el Señor Jesucristo hizo por mí. Solicité a VGR un paño de oración. Sufría de problemas cardíacos y nasales. Siempre que comía arroz o cacahuate, me indisponía. También sufría del estómago.

En abril, cuando recibí el paño por el que oró el Hermano Joseph, sentí el corazón muy aliviado. Por la noche, después de orar, el dolor se intensificó de nuevo. Algo me recordó lo que dijo el Hermano Branham de cuando un animal se hincha después de morir. Estaba seguro de que Dios me sanó. No acudí al médico. Pensé: “Me recetará medicamentos y me consta que Jesús ya me sanó por oración”.

Ahora puedo comer arroz y cacahuate sin problema y mi estómago está normal. Jesucristo sanó y salvó a la gente, lo cual sigue haciendo hoy. ¡Gloria a Su santo Nombre!

El Hermano John Cloud

República Democrática del Congo


Me gustaría relatarles un breve testimonio y agradecer a Dios por mi sanidad. Todo comenzó en mayo del 2016, cuando contraje neumonía (infección pulmonar). Fui al hospital y me sometí a tratamientos, pero fue en vano, así que sabía que Dios era mi única esperanza y comencé a orar, pidiéndole a Dios que me curara de esa dolencia.

Tardó unos meses, hasta que en marzo del 2017 nuestra iglesia recibió paños de parte de VGR. Nuestro pastor los repartió entre todos los enfermos necesitados. Entonces, empecé a orar tres veces al día y me coloqué el paño en el pecho a diario. Cuanto más oraba, más empeoraba, hasta que una mañana me desperté con una salud excelente. Jamás me volvieron los síntomas. Gloria al Señor Jesucristo por sanarme.

Dios los bendiga a todos,

El Hermano Isaac Paulo Mabiala

Angola