24/07/2017
Él me tocó

¿Es Jesucristo el mismo hoy? ¿Aun sana Dios a su pueblo por la Palabra Hablada? Una hermana joven de las Filipinas puede atestiguar que la respuesta a ambas preguntas es SÍ.

¡Saludos en el Nombre de nuestro Señor Jesucristo!

Mis hermanos en Cristo, ¡nuestro Dios verdaderamente es muy bondadoso y responde la oración!

Quiero compartir cómo Dios obra en mi vida y la forma en que me sanó. Cuando cursaba quinto grado, no comía mucho y en ocasiones no quería comer en lo absoluto.

Constantemente ignoraba el dolor que sentía. Durante sexto y séptimo grado, empecé a saltarme las comidas diariamente hasta que noté que algo malo me pasaba en el estómago. Sentía como si se hubiera agujereado por dentro y me producía un dolor que solo empeoraba. Apenas me recibía comida. En ese momento, mi familia dijo que podría tratarse de una úlcera péptica.

Al principio, cuando escuché eso, me asusté y averigüé los síntomas; pero solo encontré uno que coincidía con mi situación. Durante los servicios de Pascua, en una de las cintas el Señor Jesús sanó a una hermana que sufría de un problema estomacal y una úlcera péptica. En esa ocasión sentí algo distinto. Sentí que alguien me tocó y, a partir de entonces, reclamé mi sanidad. Sin embargo, seguía empeorando a diario.

Cuando comencé la temporada escolar, en grado octavo, sentí que mi estómago estaba agravándose. Me di cuenta mientras oraba. A veces hasta olvidaba mencionar mi dolencia en oración, pero me consta que Dios estaba al tanto de todo.

Anoche, conversé con mi hermana mientras arreglábamos la ropa. Luego, mencioné que mi estómago estaba agravándose. Ella solo me sonrió y me dio un pequeño consejo. Después de la reunión de oración en nuestra iglesia, consulté en la página del Tabernáculo Branham si habría servicio el día siguiente. Vi que no había y que el Hermano Joseph había dejado una carta, así que la leí.

Esta mañana mi familia comenzó a escuchar el mensaje que nos recomendó el Hermano Joseph: ¿Qué haremos con este Jesús, llamado el Cristo? (64-0126). Mientras escuchábamos, en lo profundo de mi corazón me alegré mucho de gozar nuevamente un festín en la mesa del Señor.

Cuando el mensaje estaba por terminarse, el Hermano Branham comenzó a discernir las enfermedades y los problemas de la gente. Entonces oré en mi corazón: “Señor, permite que el Hermano Branham mencione mi apellido y mi problema estomacal”. Luego, el Hermano Branham dijo esto:

“Señora, Ud. está muy enferma y está muy nerviosa; tiene un mal estomacal y está al borde de un ataque de nervios. ¿Cree que Dios la sanará? María, crea con todo su corazón y Jesucristo le concederá su deseo”.

Cuando el Hermano Branham mencionó MARÍA, lloré mucho y clamé en mi corazón: “¡Yo soy María! ¡Ese es mi nombre!”. Entonces, sentí que mi estómago fue recubierto de nueva carne y sangre, y se recuperó. Ciertamente, Él sabe cómo y cuándo obrar. ¡Siento mi estómago como nuevo!

¡Gloria al nombre de nuestro SEÑOR JESUCRISTO!

Su hermana en Cristo, Maria Kristenzel Miciano

Filipinas

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