10/10/2017
Dios obra por ambos lados

Escuchen, amigos: Dios obra por ambos lados. El mismo Dios que pudo decirle a esa mujer, la sunamita; el mismo Dios que pudo hablar y decirle a la mujer en el pozo: “Ve, trae a tu marido”. Esa misma mujer que pudo tocar Su vestidura para que Él se volteara entre esas personas; Él es Dios.

Vistiéndose de toda la armadura de Dios (62-0607)

Algunos amigos nuestros de la lejana Australia están difundiendo el Mensaje en las prisiones de ese país y Nueva Zelanda. El equipo se esfuerza al máximo para demostrar que el Señor quiere conceder libertad, aun en los confines de una celda de prisión. ¡Sus esfuerzos están dando resultado! Recibimos el siguiente testimonio de nuestro representante de Australia.

Una hermana de Australia, inspirada en el ministerio de las prisiones de VGR, sentía una carga por alcanzar a los prisioneros de la región de Oceanía. Durante los últimos años ha permanecido en contacto con los capellanes de prisiones de Australia y Nueva Zelanda y le suministra la información de contacto a la oficina de VGR de la región. Hace poco, recibió una respuesta positiva del capellán de una prisión de la isla Sur (Nueva Zelanda) con respecto al material.

Uno de nuestros distribuidores, el Hermano Basil Vlachakis, quien vive en la ciudad Christchurch (Nueva Zelanda) acaba de recibir una caja de material proveniente de Jeffersonville y gustosamente quería enviar los preciosos recursos vivificadores al capellán de la prisión.

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Nos enviaron la siguiente carta de parte del capellán, la cual demuestra que Dios obra por ambos lados.

Saludos de los capellanes:

Perdóneme, ya que no sé si usted es hombre o mujer y por tanto no puedo dirigirme adecuadamente.

Sin embargo, debo contarle del efecto que produjo el pequeño paquete que nos envió con la historia de la vida de William Branham.

En cuanto lo recibí, no encontré al respaldo su nombre ni nada, por lo que me pregunté quién me enviaba material concerniente a un hombre del que no sabía nada.

Sin embargo, como una semana después, luego de dejar el material en el estante de nuestra humilde capilla, estaba conversando con mi hijo mayor, quien acaba de regresar para vivir con su madre y conmigo después de pasar diez años en Melbourne, Australia.   

Mientras él leía un artículo en internet se refrió a este hombre admirable, William Branham.

De inmediato me acordé de su correo y, al día siguiente, cuando regresé a la prisión, me alegré al ver que nadie se había llevado los libros. Así que me senté en seguida y leí la introducción del libro de Gordon Lindsay.

Me sentí guiado por el Espíritu Santo a llevarme los libros a casa y se los di a mi hijo para que los leyera.

En los días siguientes, pasó cada momento de su tiempo libre leyendo el libro y estaba completamente conmovido y animado por la historia de Branham.

Entonces sufrí un resfriado muy fuerte y pasé dos o tres días leyendo el libro, el cual también me conmovió y me infundió alientos.

Esta es la primera vez en años que me siento a leer un libro de principio a fin. Qué historia tan increíble y qué hombre de Dios tan maravilloso es Branham.

Muchas gracias por enviarlo bajo la inspiración de nuestro maravilloso Señor.  

Llegó en el momento oportuno, pues que mi hijo llevaba años alejado del Señor, antes de regresar a casa. Mi esposa y yo creemos que fue ordenado de Dios el ánimo que recibimos mi hijo y yo. Muchas gracias.

Que Dios siga guiándolo en la dirección que Él le ha trazado, la cual es muy importante.

Oh, mi hijo encontró este correo electrónico en la contraportada del libro.

Dios los bendiga,

Jeff