21/09/2016
Alientos

La vida está llena de altibajos. Cada Cristiano verdadero sabe que al otro lado nos espera una gran recompensa y que el gozo de nuestra salvación siempre debería primar en nuestra mente, pero a veces el enemigo logra robarnos ese gozo.

El rey David escribió en los Salmos: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, Y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de delante de ti, Y no quites de mí tu santo Espíritu. Vuélveme el gozo de tu salvación, Y espíritu noble me sustente” (Salmos 51:10-12).

El profeta Isaías escribió: “He aquí Dios es salvación mía; me aseguraré y no temeré; porque mi fortaleza y mi canción es JAH Jehová, quien ha sido salvación para mí. Sacaréis con gozo aguas de las fuentes de la salvación. Y diréis en aquel día: Cantad a Jehová, aclamad su nombre, haced célebres en los pueblos sus obras, recordad que su nombre es engrandecido” (Isaías 12:2-4).

Y Habacuc nos da estas palabras de aliento en los momentos de desesperación: “Aunque la higuera no florezca, Ni en las vides haya frutos, Aunque falte el producto del olivo, Y los labrados no den mantenimiento, Y las ovejas sean quitadas de la majada, Y no haya vacas en los corrales; Con todo, yo me alegraré en Jehová, Y me gozaré en el Dios de mi salvación. Jehová el Señor es mi fortaleza, El cual hace mis pies como de ciervas, Y en mis alturas me hace andar” (Habacuc 3:17-19).

Obviamente esos grandes hombres han pasado por momentos difíciles y sabían lo que era sufrir y encontrar paz en el Señor. Una hermana envió el siguiente poema con la esperanza de que pudiera infundirle ánimo a alguno de nosotros cuando el gozo de nuestra salvación se vea nublado por las preocupaciones del mundo.

Cuando la vida se dificulta, sin alguna ayuda
Y Satanás dice que te rindas,
Ya que a nadie le importa.

En el fondo, esa voz apacible y delicada dice:
Hijo mío, no te angusties;
Has escogido lo mejor.

Esto pronto concluirá y Mi Gloria verás,
Pues formas parte del Árbol Novia.
Te he sometido a esta prueba para mostrar a todos
Que Mi Palabra perdura por la Eternidad.

Aunque triste te sientas y al parecer solo;
Te moldeo asemejándote a Mí.
El socorro siempre acudirá al clamor de un corazón
Y jamás permitiré que naufragues.

Yo, el Maestro, sé cuánto puedes soportar
Y no permitiré que sucumbas ante el enemigo.
Él está atado de una correa a Mi mano,
Y Mi permiso necesita antes de trazar su plan.

Por tanto, sigue adorando y Yo te sacaré adelante
Y le enseñaré a todo el mundo cómo te he formado también.

Dios los bendiga,

La Hermana Angelese