02/12/2016
El gozo del Señor

El creyente tiene algo por lo cual vivir. Deberíamos vivir así, esforzándonos a diario por obtener todo lo que podamos de parte de Dios. Dejar atrás el mundo, quemar los barcos a diario, quemar el rastro que uno deja, seguir avanzando, extenderse, jalar, buscar, hambrientos, sedientos de Dios.

Sean verdaderos fanáticos de eso. Solo sigan adelante. Un fanático es una persona demasiado entusiasmada. Yo soy un—yo soy un—un verdadero fanático. Estoy demasiado entusiasmado con mi Señor. ¿Cómo pudo salvarme?, ¿cómo pudo darme el Espíritu Santo?, ¿por qué me permitió predicar?, ¿por qué permitió que yo amara a la gente y que la gente me amara? ¡Oh, me siento dichoso por Él!; sigo estirándome con todo mi ser, extendiendo mi piel para intentar llegar a Él, moviéndome con todo lo que tengo. Eso es lo que debemos hacer

Escuchando, reconociendo y actuando (60-0607)

Dios verdaderamente me ha bendecido de una forma indescriptible, aun cuando a los seis años el médico declaró que mi expectativa de vida era de siete días al diagnosticarme leucemia. Los médicos les aconsejaron a mis padres que regresaran a casa y se prepararan para el funeral.

Ellos se fueron a casa y oraron. A los tres días me hicieron otro examen y no pudieron encontrar nada. Afirmaron que perdería el cabello, pero lo conservé.

Cuando tenía diez años, necesité un trasplante de médula ósea y mis dos hermanos resultaron compatibles, lo cual es muy inusual. Dijeron que no iba a crecer, pero en el trascurso de cada cita crecía cada vez más.

Aseguraron que no tendría hijos. Ahora estoy casada y, aunque he sufrido dos abortos, ya estoy esperando un niño, el cual tendremos por la gracia de Dios.

Mi esposo y yo recibimos el Espíritu Santo antes de casarnos, la mejor experiencia de mi vida. Con Dios no hay nada imposible, nada.

La Hermana Roseanna

Montana, Estados Unidos