26/08/2022
Tu diestra me salvó

7 Si anduviere yo en medio de la angustia, tú me vivificarás; Contra la ira de mis enemigos extenderás tu mano, Y me salvará tu diestra.

Salmos 138:7

Se calcula que en África los cocodrilos atacan y asesinan cada año a cientos de personas. El depredador acecha bajo la superficie hasta que su presa se acerca lo suficiente para emboscarla. Entonces reduce a su víctima con unas de las mandíbulas más poderosas del reino animal y la arrastra a las profundidades para ahogarla. Las posibilidades de supervivencia son mínimas cuando el cocodrilo le clava los colmillos a su víctima y la sumerge.

Mientras este joven hermano pescaba, un cocodrilo asesino lo sujetó por la pierna y lo derribó al agua lodosa. Entonces, ocurrió lo imposible. El siguiente testimonio lo envió un hermano de Tanzania:

El Hermano Simón Mungure es un joven creyente del Mensaje que se desempeña como guarda de caza en una estación conocida como Miguruwe, de la reserva de caza Selous, Tanzania. Se sitúa en el este y se extiende por dos regiones: Morogoro y Lindi, siendo la reserva de caza más grande de África.

El 6 de noviembre del 2016, el Hermano Simón estaba patrullando con otros cuatro guardas de caza y, como a las 11:00 a. m., se encaminaron a cierto lugar para pescar la carne del almuerzo.

Se metieron al agua fangosa, sin percatarse de que un cocodrilo también buscaba una presa en esa zona. Cuando el Hermano Simón lanzó la red al agua, el cocodrilo le asestó sus colmillos enormes en la pierna y el brazo. Algo le permitió liberar sus extremidades de la boca del cocodrilo de inmediato y logró escapar del agua, mientras clamaba: “¡Jesús, Jesús, Jesús!”. Dios obró un milagro obligando al cocodrilo hambriento a soltar tanto su brazo como su pie, pero el hermano había padecido heridas dolorosas. Alcanzó a llegar a la orilla y se tumbó sobre la arena sufriendo y sangrando considerablemente, pero alababa a Dios por rescatarlo de la boca del cocodrilo y una muerte segura.

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Sus compañeros enseguida se retiraron del agua y corrieron a su encuentro para intentar ayudarlo. El Hermano Simón pidió que le alcanzaran su celular y llamó a un hermano para que orara. Además de orar, en una lista de difusión él les envió un mensaje a los creyentes, solicitando oración por la sanidad del Hermano Simón. Así se fue difundiendo de un mensaje a otro y muy pronto había muchísimos creyentes orando por una causa común: la sanidad de Simón.

135 kilómetros separaban el campamento de ese catastrófico lugar y no contaban con un medio de transporte. Dos se quedaron con él, mientras los demás buscaban una conexión telefónica, ubicada a 5 kilómetros. Finalmente, lograron comunicarse con el campamento. Entretanto, el Hermano Simón comenzó a aliviarse y el dolor se atenuó gradualmente (¡el poder de las oraciones!).

El Control de Fauna destinó una ambulancia que lo llevó a su hospital para brindarle primeros auxilios y luego lo remitió a un hospital más avanzado en Kilwa Kivinje, ubicado en la costa del océano Índico. Camino hacia allá, Jesús se manifestó en la ambulancia, ¡pues todo el dolor se desvaneció! El Hermano Simón pudo descansar y se durmió. Arribaron al hospital a las 3:30 p. m. Los médicos y otros empleados se asombraron ante tal milagro: que se hubiera salvado de un cocodrilo hambriento y que este lo hubiera dejado ir tan fácilmente tras incrustar sus dientes. Consideraron este testimonio inédito; jamás habían oído de alguien que se hubiera librado después que un cocodrilo lo apresara. El Hermano Simón ha gozado de una pronta recuperación y los planes del diablo se frustraron. Cuando lo admitieron en el hospital, testificó del Mensaje de la hora a otros pacientes de la unidad. Ya le dieron el alta y sus heridas están cicatrizándose rápidamente.

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Agradecemos al Señor por amparar a nuestro hermano tan maravillosa y milagrosamente, ¡y demostrar que Jesús aún es Hebreos 13:8!

El Hermano Wilfred Mbise

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