Solo quiero relatar un testimonio breve sobre los alientos que me han infundo las palabras que pronunció una preciosa hermana hace años en el estacionamiento del Tabernáculo Branham.
Estábamos conversando sobre nuestros hijos. En esa época los míos eran adolescentes y me sentía dichosa de lo maravillosos que eran. Como es habitual entre los creyentes cuando hablan de sus hijos, terminamos mencionando la historia de la Hermana Hattie Wright y sus muchachos.
Alguien le preguntó a esta hermana anciana: “Hermana, ¿sus hijos están sirviendo al Señor?”. Sin el más mínimo titubeo, respondió: “Sí, gloria a Dios, ¡todos están salvos y llenos del Espíritu Santo!”. Cuando la hermana se retiró, alguien comentó: “¡Dios la bendiga! Los está reclamando por fe; ninguno sirve al Señor”.
No voy a mencionar su nombre, pues, aunque creo saberlo, no estoy completamente segura. Espero volver a hablar con ella y confirmarlo. Quienquiera que sea esta hermana, la admiro profundamente ¡y de verdad desearía parecerme más a ella! ¡Su comentario me ha animado muchas veces!
Que Dios la bendiga por su postura. Mi preciosa hermana, le agradezco desde lo profundo de mi corazón.
Anónimo