19/07/2017
La simplicidad

Ya sean importantes o insignificantes, nuestro Dios siempre está dispuesto a contestar nuestras peticiones. Esta hermana creyó la Palabra de Dios y le pidió a su hijo que orara por ella cuando una avispa la picó.

Solo quería compartir lo que el Señor hizo por mí esta mañana durante el Tiempo a Solas.

Anoche llevé a mi bebé al piso de arriba para acostarlo. Estaba sosteniéndome de la barandilla cuando de repente sentí un dolor en el dedo meñique. Miré y había una avispa debajo de la baranda. Fue una de las picaduras más dolorosas que he experimentado.

Al instante, empecé a sentir un hormigueo en la mano donde me picaron y luego se pasó al rostro, la boca, la garganta y también a la otra mano. Entré en pánico (normalmente soy muy calmada). Fui a buscar a mi hijo adolescente y le pedí que orara por mí.

Él le pidió al Señor que me sanara y oró de una forma muy dulce y apacible. ¡Percibí un cambio en la atmosfera! El Señor desvaneció todo el hormigueo y el dolor. Me parece que una de las peores secuelas de una picadura es la inflamación y la comezón. De inmediato, Satanás me dijo que de todas formas se hincharía, me daría picazón y seguramente no podría cumplir con lo planes especiales que había trazado para el día siguiente.

Reclamé mi sanidad y me fui a acostar. Esta mañana, durante mi Tiempo a Solas, el paisaje se veía hermoso desde el porche: los pájaros cantaban, el clima era perfecto y las flores lucían hermosas. Medité en cómo alguien puede observar una flor y no creer en Dios. Entonces, una avispa pasó lentamente frente a mí. Pensé: “Aquí viene Satanás”.

La observé un rato, decepcionada de que hubiera interrumpido la maravillosa mañana, pero entonces caí en cuenta de que era el Señor recordándome mi sanidad. Me mire el dedo y se veía perfectamente. ¡No se había inflamado ni me picaba! ¡Estoy tan agradecida de que el Señor me haya sanado y que se manifieste de maneras maravillosas!

Dios los bendiga,

La Hermana Emily