Un fundamento que soporte las tormentas de la vida debe construirse sobre la Palabra de Dios. Especialmente, cuando se trata de una relación, si nuestros cimientos están construidos sobre algo más, la vida que nos espera será muy difícil. Tardó más de veinte años, pero finalmente las oraciones de esta hermana recibieron respuesta cuando el Señor trajo a su esposo al rebaño. Ahora, ella está regocijándose y quiere testificar que Él escucha las oraciones de Sus santos.

Tras 21 años de matrimonio, el Señor salvó a mi esposo. Cuando nos casamos, ambos éramos pecadores. Él tenía 24 y yo 20. 

Rendí mi corazón al Señor el mismo año que nos casamos. Fue muy difícil para mi esposo, pues cambié al instante. A los cinco años, tuvimos a nuestra primara hija, Sharon Rose.

Llevar estilos de vida tan distintos era deprimente.

Diferíamos en todo, desde la crianza de los niños hasta los pasatiempos. Ambos nos aislamos y empezamos a distanciarnos, pero el Señor me sostuvo. Entonces era maestra de escuela dominical y aún lo soy. Le entregué mis cargas al Señor en oración. Sin duda la Casa del Señor es el mejor lugar al cual acudir. En casa, la situación era insoportable, pero seguí orando. A veces pensaba que el Señor me había abandonado; pero, en Salmos 94:9, Él me aseguró:

El que hizo el oído, ¿no oirá? El que formó el ojo, ¿no verá?

Al leer esto, supe que el Señor había escuchado mi oración y luego de 21 años, mi esposo y mi hija se bautizaron el mismo día.

Gloria a Dios.

La Hermana Lorraine

Sudáfrica