05/11/2018
Aferrándose

¿Usa Dios a los médicos? Así es. ¿Utiliza la medicina? También. ¿Obra milagros? Sí. Él nunca dijo exactamente cómo iba a curarnos, pero prometió que sanaría todas nuestras dolencias (Salmos 103:3).

Esta es la primera parte de un testimonio concerniente a una familia que se mantuvo firme durante los altibajos de luchar contra uno de los peores malhechores del enemigo: el cáncer.

Hace cuatro años, con mi esposo fuimos bendecidos con una tercera bebé, a quien llamamos Hadassah. El 23 de enero del 2017, mi esposo estaba conversando con nuestra hija mayor sobre el 24 de enero de 1950, el cual fue el día en que la Columna de Fuego apareció sobre la cabeza del Hermano Branham vindicando su ministerio.

Al día siguiente, el 24 de enero del 2017, fui al hospital local con Hadassah, quien entonces solo tenía tres años. Como llevaba un poco de tiempo con dolor de estómago, el pediatra le ordenó un ultrasonido para examinar mejor la situación. Así que la llevé al Hospital Infantil donde le realizaron el procedimiento; pero, como se tardaban tanto, sentí que algo no andaba bien.

De hecho, así era. Los médicos determinaron que mi hija tenía un tumor en el estómago.

Creyendo en la Palabra de Dios

Ese mismo día hospitalizaron a Hadassah, pues necesitaban practicarle una serie de exámenes médicos urgentes para evaluar el estado del tumor. Luego de siete días de exámenes, regresamos a casa con nuestra hija reclamando que todo se trataba de un engaño del enemigo y creyendo que Dios lo confirmaría. Aunque no teníamos idea de lo que nos esperaba, sabíamos que JAMÁS aceptaríamos la enfermedad de nuestra hija. Desde el principio, declaramos que era una mentira y reclamamos para nosotros cada promesa que Dios tiene en Su Palabra. Enviamos peticiones de oración a nuestros familiares y amigos, a los hermanos y hermanas y a VGR. También declaramos que Hadassah era un testimonio viviente.

Desde ese momento, Dios empezó a hablarnos y a visitarnos. Una madrugada, a las 4:00, mientras la cinta del Mensaje sonaba durante la noche, Dios despertó a mi esposo cuando el profeta decía: 

¿No es cierto? No estoy leyendo su mente. Es su hijo el que está enfermo. ¿No es verdad? Ud. también tiene una hija, ¿no es cierto? Ella asiste a una escuela Bíblica. ¿No es así? Ella tiene un tumor. Dios, sánala en el Nombre de Jesucristo.

Dios proveyendo sanidad a esta generación (54-0719E)

Ahora, piensen: ¿cómo pudo mi esposo despertarse en ese momento específico? Supimos que Dios estaba con nosotros. Imprimimos la cita y la colocamos en nuestro refrigerador junto a una fotografía de Hadassah. Cuando orábamos, le recordábamos a Dios lo que nos había dicho por medio de Su profeta y poníamos el paño de oración sobre Hadassah todas las noches, como indicaba la carta del Hermano Branham.

El temido veneno

Aun así, la batalla continuó apremiando: enfrentamos muchas dificultades mientras poníamos nuestra fe por obra en cada paso del camino.

Aunque este tipo de tumor cancerígeno —llamado neuroblastoma— estaba contenido (no se había extendido) y se encontraba en un estado intermedio, era demasiado grande y, al estar ubicado sobre amplios vasos sanguíneos y el intestino, suponía un riesgo extraerlo con cirugía. Así que propusieron la quimioterapia para reducir el tamaño del tumor. Consultamos una segunda opinión de un renombrado cirujano que se especializa en esta clase de tumores en niños. Enviamos una petición de oración especial a VGR y nuestros hermanos en la que pedíamos a Dios que usara al médico como instrumento para el caso de nuestra hija. Sin embargo, su informé coincidió con el de nuestros médicos locales: Hadassah necesitaba someterse a la quimioterapia.

Nos opusimos a esa opción proponiendo alternativas naturales al tratamiento. Pero nos vimos obligados a realizarlo o el hospital nos demandaría si rechazábamos la opción que ellos consideraban adecuada para la salud de Hadassah. Sin embargo, como no confiábamos en esos tratamientos, buscamos una tercera y una cuarta opinión de otras fuentes, pero al final nos dimos cuenta de que estábamos atrapados por las recomendaciones de los médicos locales o correríamos el riesgo de perder los derechos legales de nuestra hija.

Entonces, en abril del 2017, Hadassah comenzó su primera sesión de quimioterapia y, como nos aterrorizaban los efectos de este medicamento, era una tortura ver como cada gota entraba en su cuerpo. Con todo, reunimos fuerzas y recordamos lo que dice la Palabra de Dios: “…y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño… (Marcos 16:18)”. ¡Y no le hizo daño! Hadassah pasó por dos sesiones de quimioterapia como si nada. Los exámenes de sangre salieron con niveles normales, tenía buen ánimo y estaba fuerte física y mentalmente. El único efecto visible del tratamiento fue la pérdida de cabello. Inesperadamente el efecto más insignificante (su cabello) se volvió la mayor evidencia de que algo andaba mal e impactó mucho a sus hermanos y a todos a nuestro alrededor. Pero Dios de nuevo nos alentó.

Dios tiene Su manera de obrar

Al principio, el tumor de nuestra hija era demasiado grande para extraerlo con cirugía, por lo que se le practicó quimioterapia. Planeaban monitorear el progreso del tumor hasta que pasara máximo por ocho sesiones; pero, solo le habían practicado dos cuando de repente detuvieron el tratamiento. Luego, el mismo Dr. Gerstle, por quien le habíamos orado a Dios para que lo usara como un instrumento, volvió a la escena; el mismo Dr. Gerstle que al principio recomendó no hacer la cirugía debido al tamaño y la posición del tumor, ahora la estaba recomendando a pesar de que el tumor no había sufrido ningún cambio físico. Quedamos perplejos y le pedimos a Dios por Su voluntad.

Al comienzo, rechacé la idea de la cirugía. Los riesgos eran muy altos y nos quedó claro que era una operación muy delicada. Entonces, me aferré a que Dios aún podía hacer algo. Sin embargo, durante la etapa inicial de esta prueba, me acostumbré a dictar cómo y cuándo Dios debía obrar. En cada resonancia magnética o ecografía que le practicaban a Hadassah, yo estaba convencida de que Dios manifestaría Su sanidad milagrosamente al desaparecer el tumor. Hasta que un día, entendí que tenía que rendirme, dejar todo a Sus pies y permitir que Él obrara a Su manera. También recibí una carta del Hermano Joseph en la que citaba al profeta, que me ayudó a darme cuenta de que tenía que aceptar la manera en que Dios escogiera dar su sanidad.

El Hermano Branham:

Ahora, el asunto con la gente es la forma en que Dios aparece. Muchas veces queremos hacer de Dios un ídolo. Le pedimos a Dios que haga algo y entonces Él debe hacerlo exactamente cómo lo pedimos, o diremos que Él nunca respondió. Cuando hacemos eso, debilitamos nuestra fe en Dios. Y debilitamos nuestro testimonio cuando no creemos en Su Palabra. Dios siempre responde. Nadie jamás pidió… Jesús dijo: “Pedid y se os dará; buscad y hallaréis”. Todo aquel que pide, recibirá; el que busca, hallará; y, el que toca, se le abrirá. Ahora, esa es la única forma que yo he encontrado, para conseguir algo de Dios es tomándolo a Él por Su Palabra y creyéndola de la manera en que Él la envía.

El Dios inmutable (60-0326)

Al entender que Dios puede escoger el medio que Él quiera para sanar a su hija —con un milagro, por la medicina o una cirugía—, finalmente accedí y acepté que no tenía nada que temer. 

Más adelante continuaremos el testimonio sobre cómo el Señor decidió mostrar Su poder, el papel que desempeñó un médico conocido y la forma en que el Señor usó esta prueba para beneficiar a otros niños.