27/10/2015
La Palabra viviente

El siguiente testimonio nos lo enviaron de la oficina de República Democrática del Congo de VGR. El Hermano Eale, el administrador de la oficina de Mbandaka, recibió una visita de una pareja de esposos que viajaron 355 kilómetros para compartir el testimonio de su sanidad y de cómo el Mensaje de Malaquías 4:5 está tan vivo hoy como en el día que fue hablado.

Me regocija enviarles este testimonio, uno de los muchos que nos envían y que demuestran que hoy en día la VOZ de Dios sigue siendo tan real y poderosa como en la época en que fue hablada. Aún está viva y es eficaz aquí, en República Democrática del Congo, y en todo el mundo.

El Hermano Aigle Mpongo escucha las cintas en casa junto con su familia y otros dos hermanos. Con su esposa emprendieron un viaje desde su aldea, ubicada a 355 kilómetros de Mbandaka, para venir a nuestra oficina a contarnos un testimonio sobre un milagro que ocurrió cuando escuchaban el sermón Almas encarceladas hoy.

Su esposa contrajo una enfermedad que al principio provocó que su pierna se inflamara y que luego empezara a podrirse. La carne comenzó a caerse a tal grado que se podían ver los huesos. Lo único que mediaba entre la parte superior del muslo y el pie eran los huesos y los músculos. Ya no había esperanzas y no sabían qué hacer.

Estaban escuchando el lado B del cuarto casete. Cuando el Hermano Branham hizo el llamado al altar, el pequeño grupo y la hermana, que estaba postrada en cama, escucharon claramente que el profeta la llamó por su nombre y le dijo que se dirigiera al altar.

Sin siquiera considerar su condición, se levantó milagrosamente y se dirigió a donde se encontraba el reproductor de casete. Sus hijos, los dos hermanos y su esposo, quien estaba traduciendo el mensaje a su idioma, quedaron asombrados de presenciar ese acontecimiento.

Poco antes de que terminara la oración del profeta, la hermana recibió su sanidad. La carne comenzó a crecer y cubrió la pierna. La herida desagradable se secó de inmediato. Ese mismo día, la hermana abandonó su lecho y logró pararse y caminar sin ninguna molestia.

Quedaron tan asombrados al ver la Palabra, la VOZ en la que ellos creyeron ser vivificada entre ellos, que nos visitaron para compartir este testimonio y darle un descanso a su esposa.

¡El Señor ricamente los bendiga!

Su Hermano Eale

Oficina de VGR de Mbandaka, República Democrática del Congo

Nota: También incluyeron las fotografías de la dolencia de la hermana, pero debido a su contenido impactante no podemos publicarlas. La herida se extendía por toda la pierna de la hermana, desde la pantorrilla hasta la parte superior del muslo. En las fotografías se aprecia que la herida está sana, pero aún queda una gran cicatriz que está totalmente cerrada y, cada día, va desapareciendo.

Fotografías