Me regocija enviarles este testimonio, uno de los muchos que nos envían y que demuestran que hoy en día la VOZ de Dios sigue siendo tan real y poderosa como en la época en que fue hablada. Aún está viva y es eficaz aquí, en República Democrática del Congo, y en todo el mundo.
El Hermano Aigle Mpongo escucha las cintas en casa junto con su familia y otros dos hermanos. Con su esposa emprendieron un viaje desde su aldea, ubicada a 355 kilómetros de Mbandaka, para venir a nuestra oficina a contarnos un testimonio sobre un milagro que ocurrió cuando escuchaban el sermón Almas encarceladas hoy.
Su esposa contrajo una enfermedad que al principio provocó que su pierna se inflamara y que luego empezara a podrirse. La carne comenzó a caerse a tal grado que se podían ver los huesos. Lo único que mediaba entre la parte superior del muslo y el pie eran los huesos y los músculos. Ya no había esperanzas y no sabían qué hacer.
Estaban escuchando el lado B del cuarto casete. Cuando el Hermano Branham hizo el llamado al altar, el pequeño grupo y la hermana, que estaba postrada en cama, escucharon claramente que el profeta la llamó por su nombre y le dijo que se dirigiera al altar.
Sin siquiera considerar su condición, se levantó milagrosamente y se dirigió a donde se encontraba el reproductor de casete. Sus hijos, los dos hermanos y su esposo, quien estaba traduciendo el mensaje a su idioma, quedaron asombrados de presenciar ese acontecimiento.
Poco antes de que terminara la oración del profeta, la hermana recibió su sanidad. La carne comenzó a crecer y cubrió la pierna. La herida desagradable se secó de inmediato. Ese mismo día, la hermana abandonó su lecho y logró pararse y caminar sin ninguna molestia.
Quedaron tan asombrados al ver la Palabra, la VOZ en la que ellos creyeron ser vivificada entre ellos, que nos visitaron para compartir este testimonio y darle un descanso a su esposa.
¡El Señor ricamente los bendiga!
Su Hermano Eale
Oficina de VGR de Mbandaka, República Democrática del Congo