EL CABELLO LARGO SE HA CONVERTIDO EN UN PROBLEMA PARA LAS NIÑAS EN LAS ESCUELAS
A nuestra hija Priscilla la seleccionaron para asistir a la Escuela Secundaria de Tazamba. Entre otras reglas del instituto, una consiste en que “las niñas deben cortarse el cabello y mantenerlo corto todo el tiempo”.
La mayoría de las escuelas del país cumplen estrictamente esta regla. Esto fue un problema para nosotros y Priscilla, así que solicitamos que debido a la Palabra de Dios eximieran a Priscilla para que pudiera tener su cabello largo. La rectoría de la escuela rechazó rotundamente nuestra solicitud y dijeron que no estaban preparados para incluir a un estudiante así en su escuela. En lugar, podían ofrecernos una transferencia si lográbamos encontrar un colegio que les permitiera a las niñas tener el cabello largo.
No fue fácil encontrar esa institución. Sin embargo, nada es imposible con la oración. Ofrecimos una oración de fe y conseguimos un colegio donde las niñas podían mantener el cabello largo: la Escuela Secundaria de Kisutu. Allí expusimos nuestra necesidad y mencionamos nuestra fe en la Palabra de Dios.
Finalmente, recibieron a Priscilla con la condición de que la otra institución les escribiera una carta explicando la razón de la transferencia. Así que nos dirigimos a la otra escuela, donde nos dieron la carta, la cual aceptaron exitosamente, recibieron a nuestra hija y ella empezó las clases de inmediato. Mientras tanto se lleva a cabo el proceso de transferencia, el cual se espera que termine en tres meses.
Priscilla ahora se encuentra en el colegio estudiando con su cabello largo.
¡GLORIA AL SEÑOR POR ESTA VICTORIA!
El Hermano Godwin
Dar, Tanzania
EL CREYÓ EN DIOS POR SU SANIDAD
Dios los bendiga a Uds. los amados,
Deseo tanto agradecer al Señor por la sanidad de mi amado esposo. Todo ocurrió el martes, 31 de julio del 2018, cuando regresábamos de la escuela de uno de nuestros hijos.
Mi esposo empezó a sentirse muy mal repentinamente y un dolor agudo le sobrevino en su costado izquierdo, el cual lo hacía inclinarse hacia ese lado mientras caminábamos. Cuando llegamos a la parada de autobús, el dolor empeoró demasiado.
Lo animé a creer en Dios, en Quien él afirma creer, por Su sanidad. Recordé que llevaba un paño de oración en el bolso, así que clamé: “Dios, creo que Tú fuiste Quien oró por este paño cuando estabas en el Hermano Branham y creo que estás aquí. Como en este momento no tengo un broche para prenderlo en su camisa —encima de su corazón como debe hacerse—, voy a colocar el sobre con el paño de oración en el bolsillo de su camisa. Creo que Tu presencia se encuentra en este sobre y lo sanarás de estos dolores”.
Entonces doblé el sobre del paño de oración, lo guardé en su bolsillo y le pedí que solo creyera. De regreso, cruzamos el mar en un transbordador y cuando llegamos a la otra orilla, me comentó que ya no sentía dolor. Me alegró tanto escuchar que mi querido esposo había recibido su sanidad. Le doy gracias a Dios por su Palabra infalible de promesa.
La Hermana Sarah Onai,
Dar, Tanzania
ME DI CUENTA DE QUE ALGO HABÍA SUCEDIDO…
Desde que nació mi bebé (16 de julio del 2017), no me había recuperado de los problemas de espalda. Desde entonces sufría de dolores intensos que no me permitían cargar a mi bebé en la espalda ni llevar un cántaro de agua en la cabeza.
El 6 de mayo del 2018, el Hermano Mbise (administrador de la oficina de VGR de Tanzania) y su esposa vinieron a nuestra iglesia a adorar. Ese día, mi hijo tenía dolor de estómago y diarrea. Después del servicio, mientras confraternizábamos, la Hermana Mbise se enteró del problema estomacal de mi bebé y me contó del paño de oración y de varios testimonios de personas que habían recibido su sanidad gracias a este, incluida ella. Me entusiasmé y le pedí que me obsequiara uno. La Hermana Mbise le comentó a su esposo y, afortunadamente, él guardaba unos en su mochila, así que me dio uno para mí y otro para mi bebé.
Fui a casa, leí la carta del Hermano Branham y seguí todas las instrucciones. Oré, me coloqué el paño y me olvidé de todo.
Dos semanas después, cargué a mi bebé en la espalda de camino a la iglesia y también de regreso, entonces me di cuenta de que algo había sucedido en mi espalda. Ya no sentía dolor y podía cargar a mi hijo y hasta un cántaro de agua en la cabeza sin molestia. Mi hijo también se alivió completamente. ¡ALABADO SEA EL NOMBRE DEL SEÑOR JESUCRISTO!
La Hermana Mónica,
Dar es-Salam, Tanzania