11/10/2016
Cartas de prisioneros

¡Una vez más se ha llenado el buzón de las cartas de prisioneros! Los siguientes son extractos de esas cartas.

Como ven, he vuelto al sistema de prisiones, pero sigo con vida. Probablemente debería haber muerto hace años, pero por alguna razón me encuentro aquí. Esta vez, pasaré unos años aquí estudiando las palabras del profeta de Dios y quiero esforzarme. Quiero romper la barrera que me somete en este círculo. Verán, ya me bauticé y confesé al Señor ante los hombres. Se han burlado de mí y me han tildado de estúpido por hablar sobre el profeta de Dios. Ahora sé que me falta más o no me hallaría aquí. Lo sé en la mente, pero mi espíritu es el mismo de antes. Por tanto, por favor envíenme de nuevo los libros. Oren por mí para que Dios me acepte y me despoje de mi espíritu y me llene de Su Espíritu.

Texas

Hermanos, gracias por los libros y la Biblia que me enviaron. Sé que proviene del corazón. También quiero contarles que el nombre del Hermano Branham se respeta en este lugar, donde a nada se le guarda el debido respeto. Creo que aquí todos conocen su nombre y por lo menos un poco de sus enseñanzas. Hasta los matones que se mofan de la Biblia y se ríen de nosotros son respetuosos con el nombre Branham. Presencié cuando se desató una riña violenta que derribó varias mesas. Sucedió que en una mesa se encontraba un libro de Las siete edades que estaba leyendo un recluso y fue a parar en el suelo. Alguien gritó, se interrumpió la contienda y recogieron el libro para trasladarlo a otra mesa. Pensé que había concluido, pero para mi sorpresa continuaron peleando. ¡Solo se detuvieron para recoger el libro del profeta!

Arizona

Solo quería contarles que, desde que leo los libros del Hermano Branham, me siento como un ser humano. Siempre viví así de mal porque era lo único que conocía; jamás fui consciente de que había algo mejor. Desde que el Hermano Branham me introdujo a Jesucristo, me siento limpio y reconfortado. Jamás podría agradecerles como lo merecen.

Nevada

En la sala de estar de la prisión, me fijé en un libro que estaba en la mesa. El título me interesó: Los Siete Sellos. Siempre estudié profecías y revelaciones, así que lo guardé en mi taquilla hasta terminar de leer los otros que tenía. Bien, hasta ahora, un año después, emprendí la lectura del libro. Al comienzo me enojé conmigo mismo por haberlo prolongado por un año, pero después caí en cuenta de que ahora puedo apreciar mejor el tema con la experiencia de esos otros libros. Les digo, no tardé en comprender que existen libros con argumentos muy convincentes, ¡pero este es la Verdad absoluta! Hermanos, quienquiera que esté interesado en revelación necesita leer únicamente este libro. En algunas partes hasta perdí el aliento; es tan sencillo y auténtico. Me abrió toda la Biblia; comprendí muchas cuestiones en las que siempre reflexioné. Hermanos, mi corazón ahora ansía más alimento celestial. Por favor, díganme que hay más.

Nuevo México

Llevo muchos años aquí y por bastante tiempo me instruí en el paganismo. Una noche me poseyó un espíritu y arrojé todo lo que estaba a mi alcance. Mi celda amaneció devastada: todos mis libros estaban estropeados, excepto la Biblia. En esta Biblia de la que me reí, había subrayado muchos pasajes que los paganos desdeñan. Eso me desconcertó. Verán, en ella también había escrito notas sobre fechorías futuras que planeaba. Bien, arreglé el desorden y al guardar la Biblia en el estante me pareció escuchar una voz indicándome que desechara las notas. Me reí, me consideré loco y me fui a comer; pero no pude, pues esa voz me molestaba. Después en la tarde regresó, así que dije: “De acuerdo; déjame en paz” y me deshice de todas las notas. No concilié el sueño y sentí que pasé la noche luchando. Finalmente, exclamé: “Dios, si eres real, ¡demuéstramelo!”. Me quedé dormido y soñé que leía un libro, pero no pude distinguirlo. Cuando me dirigía a desayunar, recorríamos el pasillo y se nos cruzó otro grupo de reclusos, así que tuvimos que esperar contra la pared a que pasaran. Al acercarse cierto individuo, sentí que un viento sopló hacia mí. Me miró y me dirigió un gesto con la cabeza. Pensé: “¿A qué vino eso?”. En el patio lo vi, lo abordé y volví a percibí aquello. Le pregunté: “¿A qué vino eso?”. Contestó: “Tengo algo que darte”, me entregó un libro y se marchó. Le pregunté: “¿Quién eres?”, pero no respondió. Se trataba del libro Las edades de la Iglesia y jamás quedé tan impactado en toda mi vida. Comencé a leerlo y eché mano de la Biblia en el estante. El Hermano Branham citó cada renglón que marqué como falso y lo explicó todo. Sobrepasando mi imaginación Dios demostró que es el Dios de todos los dioses y creo que nos envió Su profeta. Por favor, ¡mándenme más!

Arkansas

Resumiendo, tengo 45 años y he pasado años aquí. Desde los 16 años, ingreso y salgo de la cárcel. Me crie asistiendo a la iglesia y tuve un amigo que colocaba los casetes del Hermano Branham. Estudié mucho la Biblia y en los últimos años me dediqué a fondo. No tengo tiempo para los hombres, predicadores en especial, aunque nunca pude atribuirle tachas al Hermano Branham. Por tanto, me aparté para solo leer la Biblia y orar; así continué por años. Entonces, alguien me entregó un folleto llamado El que tiene oído. Como mencioné, ya había escuchado al Hermano Branham anteriormente y nunca le hallé fallas; pero este folleto me produjo un efecto profundo, aun mayor que el de todas las cintas que había escuchado. Quizás se debió a que habían trascurrido muchos años. El Hermano Branham es definitivamente un profeta de Dios y cada palabra es la verdad que proviene de la boca de Dios. Por favor, envíenme más.

Arizona

Asombroso. Siempre deseé saber más de Dios; pero nunca encontré nada que pareciera ser definitivamente la verdad. Tuve que terminar en prisión para hallar la verdad y no me cabe duda de que el Hermano Branham me impartió la verdadera revelación sobre mi Salvador, Jesucristo. Por favor, envíenme más.

Tennessee

Poseo unos cuantos libros y siempre que los repaso recibo más y más revelación. Les expreso mi gratitud por todo lo hacen por nosotros al suministrarnos el Alimento Espiritual. Cada palabra que leo me confirma que mi vida ha cambiado; verdaderamente no soy el mismo de antes. El próximo año me deportarán a Guatemala. Cuando me instale allá, los contactaré cuanto antes para recibir en casa este Mensaje.

Georgia