12/10/2016
La simplicidad

Con frecuencia publicamos testimonios sobre lo pendiente que está el Señor de los pormenores de nuestra vida. Esos empujoncitos que el Señor nos da son para demostrarnos que Él se interesa y vela por la más humilde necesidad. No obstante, así como agradecemos las bendiciones insignificantes que nuestro Señor Jesús nos concede, ¿han pensado en cuánto estima el Padre lo poco que podemos hacer por Él? Como lo que hizo esta hermana; cuando el Señor intervino para devolverle su bolso extraviado, ella se aseguró de hacer algo simple para expresar su agradecimiento: testificar de Él.

Ayer salí de compras y sin darme cuenta dejé el bolso sobre el auto para organizar los comestibles en el auto. Cuando llegué a la siguiente tienda, extendí la mano para alcanzar el bolso y me percaté de que no estaba. Mientras daba la vuelta para regresar, oré en voz alta: “Señor, por favor, permite que un joven honesto y amable lo encuentre y me llame”. Cuando terminé, sentí que una paz me inundó (además me alegró mucho que llevaba el teléfono en el bolsillo y no en el bolso).

Al cabo de un minuto, mi teléfono sonó. Contesté: “¿Encontró mi bolso?”. “Sí”, respondió el hombre. Le respondí: “Acabó de orar para que un hombre honesto y amable lo hallara. Quiero decirle que Dios lo bendiga”.

Él me indicó su ubicación y acudí para recuperar el bolso. Era un soldado que enviaron a esta zona de Fairbanks. Le di una tarjeta de testificar y me despedí con estas palabras: “Le entrego esta tarjeta regalo, pero tiene que ingresar aquí para recibir su obsequio”.

Dios los bendiga,

La Hermana Ray

Fairbanks, Alaska