30/10/2017
Su mano protectora

El apóstol Pablo escribió en su segunda epístola a los Cristianos de Tesalónica: “Pero fiel es el Señor, que os afirmará y guardará del mal”. Cuando el enemigo no logra que descreamos, entonces acostumbra atacarnos físicamente. Muchos podemos testificar: “Hoy no estaría vivo si no fuera por la mano protectora de Dios” y podemos señalar un momento determinado en el que indudablemente la mano de Dios nos cuidó. Este hermano comparte su testimonio de una ocasión similar. Él habría perdido las piernas y seguramente la vida si el Señor no lo hubiera salvado levantando un camión de su cuerpo.

¡Saludos a la Novia del Señor Jesucristo!

Siempre me han encantado los deportes, especialmente el ciclismo. Me he caído muchas veces, pero por Su gloria siempre he salido ileso.

Quiero compartir dos experiencias significativas que viví y espero que mis palabras ayuden a la Novia de Cristo.

Vivo en Colombia, donde se practica el ciclismo en carreteras montañosas de doble sentido. Descender por estas carreteras con tantas curvas es peligroso debido a la velocidad.

Un día lluvioso de julio, giré por una curva pronunciada demasiado rápido y me encontré de frente con un camión de 4,5 toneladas. Intenté frenar, pero era demasiado tarde y me resbalé.

Pensé que era mi último día en la tierra. El Señor permitió que el conductor cambiara de dirección, pero las llantas traseras me pasaron por las piernas. Cuando me arrolló, me pareció escuchar que el camión golpeó una roca y las llantas se levantaron un poco. Viendo que me aplastaría, invoqué el Nombre del Señor. Estaba seguro de que me fracturaría los huesos y quedaría lisiado. Permanecí rodeado de sangre mientras llegaba la ambulancia, la cual tardó como una hora y media.

Como el lugar era tan frío, empecé a entrar en estado de hipotermia. Antes de que llegara la ambulancia, sentí la necesidad de estirar la pierna por causa del dolor y cuando lo hice se sintió y escuchó como si el hueso se enderezara (creo que fue la mano del Señor).

Cuando llegué al hospital, los médicos no podían creer lo que había pasado y comentaron que se trataba de un milagro, puesto que un automóvil hubiera causado lesiones peores. Un camión de ese tamaño habría provocado daños fatales.

Lo único que hicieron fue reparar una vena. Ahora únicamente siento dolor ocasional porque el Señor me sanó.

Llevo el Nombre de Dios en mis ruedas y en mi corazón. Que Su Nombre sea alabado. Aprecio las oraciones de los santos y deseo compartir estas experiencias con ustedes para animarlos a confiar en Su mano protectora.

Este Mensaje ha cambiado mi vida y el Señor me ha acompañado en cada obstáculo desde que lo acepté.

El Hermano Pablo Peña

Colombia