19/11/2015
Él cuida de los Suyos

Recientemente, un equipo de VGR de Sudáfrica se dirigía a Namibia para remodelar la oficina de un traductor. En el trayecto, tuvieron que desviarse de su carril para esquivar un camión que se había cruzado la línea central continua. Una fracción de segundo marcó la diferencia entre la vida y la muerte de nuestros hermanos. Un poco más adelante habrían chocado de frente contra un muro de piedra y un poco más atrás habrían caído por un precipicio. Con gozo les anunciamos que todo está bien. Agradecemos las oraciones que nuestros hermanos y hermanas de todo el mundo nos dedican a diario. El Señor Jesús verdaderamente las escucha.

Los Ángeles de Dios acampan alrededor de aquellos que Le temen. Podrán caer diez mil a tu derecha y cien mil a tu izquierda, mas a ti no llegarán. Él cuida día y noche de Su herencia. “Yo el Señor la he plantado y Yo la regaré día y noche, no sea que alguien me la arrebate de Mi mano”. La herencia de Dios, un águila.

Como el águila excita su nidada y revolotea sobre sus pollos, 58-0316A

Este es el informe del departamento misionero:

El Hermano Keith Herne, representante de VGR de Sudáfrica, estaba viajando de la oficina de VGR de Ciudad del Cabo a Windhoek, Namibia, en su camioneta Ford Ranger 2013.

Cuando alcanzara su destino, recogería con su equipo unos materiales de construcción antes de dirigirse a la casa de nuestro traductor al kuanyama, donde instalarían una oficina adecuada con suministros de energía solar, a fin de que los traductores pudieran usar los computadores ocho horas diarias. En la plataforma de carga de la camioneta transportaban las baterías y los paneles solares, junto con un controlador de carga solar que planeaban instalar en la casa del traductor.

Partieron de Ciudad del Cabo a las 4:30 a. m., después de recoger al hermano del Hermano Keith, Derrick —carpintero—, al Hermano Eddie Livesy —electricista con experiencia en el diseño del sistema eléctrico—, y también al Hermano Laurence Herne —el ingeniero de audio del estudio de grabación de Ciudad del Cabo—. Después de abastecerse de combustible, se encaminaron al norte, hacía la frontera con Namibia. Aproximadamente a 440 kilómetros de Ciudad del Cabo, comenzaron a subir una pendiente con curvas cerradas.

Luego de pasar las primeras curvas, se toparon con un camión que iba en dirección contraria, así que el Hermano Keith se movió hacía la orilla de la carretera para evitar una colisión. Cuando hizo esta maniobra, la camioneta patinó sobre piedrilla hasta chocar con la barrera de metal; luego, se volcó y se deslizó varios metros hasta detenerse junto a un muro de rocas.

El Herman Keith relató: “Los cuatro quedamos suspendidos boca abajo. Logré abrir la ventana y todos salimos arrastrándonos”. Las bolsas de aire no se activaron, ¡pero no las necesitaron! Ninguno de los cuatro hermanos salió lastimado.

El Hermano Keith añadió las siguientes palabras a su testimonio: “Si esto hubiera ocurrido unos metros más atrás, habríamos caído a un precipicio y unos metros más adelante, habríamos chocado fuertemente contra las rocas. Fue únicamente la Mano de Dios la que nos protegió. Esta terrible experiencia me hizo concientizarme mucho más de que nuestro Padre tiene en Sus Manos las riendas de nuestras vidas. ¡Gloria a Dios!”.

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