El Hermano Branham se encuentra en el recién fundado Tabernáculo de Tucson, en Tucson, Arizona. Él toma su texto del sermón de Esteban que se encuentra en Hechos y titula su breve mensaje ¿Qué casa me edificaréis?
Estamos ansiosos por disfrutar con ustedes este sermón. Estas son algunas citas sobresalientes.
44 Tuvieron nuestros padres el tabernáculo del testimonio en el desierto, como había ordenado Dios cuando dijo a Moisés que lo hiciese conforme al modelo que había visto.
45 El cual, recibido a su vez por nuestros padres, lo introdujeron con Josué al tomar posesión de la tierra de los gentiles, a los cuales Dios arrojó de la presencia de nuestros padres, hasta los días de David.
46 Este halló gracia delante de Dios, y pidió proveer tabernáculo para el Dios de Jacob.
47 Mas Salomón le edificó casa;
48 si bien el Altísimo no habita en templos hechos de mano, como dice el profeta:
49 El cielo es mi trono, Y la tierra el estrado de mis pies. ¿Qué casa me edificaréis? dice el Señor; ¿O cuál es el lugar de mi reposo?
50 ¿No hizo mi mano todas estas cosas?
Creemos que estamos viviendo en el—el tiempo del fin. Eso es tan real para nosotros, que simplemente estamos al final del camino.
Yo vengo aquí porque fui guiado a venir aquí. Yo vengo aquí porque el Espíritu Santo, mediante una visión, me envió aquí.
Pero esto fue las bases del Antiguo Testamento. Fue Moisés quien las escribió después de ser llamado de su patria, en donde había nacido y sido criado entre su pueblo, y ser enviado al desierto para escribir este Libro del Nuevo Testamento.
Y, en el Nuevo Testamento, el Autor encaminó al escritor a un lugar desértico para que encontrara la inspiración con la cual escribir el Nuevo Testamento. Y los Libros son sellados con Siete Sellos; también se requeriría lo mismo, creo yo, en estos días, para abrir esos Siete Sellos.
Pienso que cada uno de nosotros debería hacer eso: ser guiado por el Espíritu sobre qué hacer.
Mientras Ud. sienta que hay algo detrás de eso, significa que Dios lo está impulsando a Ud.; eso nunca está errado y siempre tendrá éxito.
Sé que cada uno de Uds., si se sienten como yo: con tanta hambre por ver al Espíritu de Dios en acción que apenas puedo soportarla.
Nuestro Mensaje no debería ser solamente la llama de la hora; debería ser la llama de nuestros corazones. ¿Ven? Tiene que estar en nuestros corazones o no—no podemos presentárselo correctamente a la gente. El Espíritu Mismo tiene que llevar el Mensaje.
Y lo que sea que el Señor nos revele que hagamos, lo traeremos aquí mismo a la iglesia, hasta que se crezca tanto que uno tenga que llevarlo a otro lugar y a otro lugar hasta que Jesús venga.