04/11/2015
Su prescripción

Una familia que asiste al Tabernáculo Branham nos envió este testimonio de alabanza. Su hijo de cinco años comenzó a perder súbitamente la capacidad auditiva.

Lo llevaron al médico, quien le prescribió el medicamento indicado para tratar la dolencia. Al final, no precisaron de la medicina, pues el gran Médico les dio la prescripción que necesitaban.

Jackson se comporta muy bien para tener cinco años. Él casi siempre presta atención y hace caso; es un niño muy juicioso. Pero, hace unas semanas, todo cambió. Teníamos que repetirle varias veces lo que tenía que hacer y gritarle para que obedeciera.

Una noche de la semana pasada, estaba hablando con Jackson y me di cuenta de que probablemente algo andaba mal. Entonces, le dije que se parara en frente de Kelly, me paré detrás de él y lo llamé por su nombre repetidamente. No respondió. Kelly le preguntó: “Jackson, ¿no escuchaste a tu papá?”. Cuando se dio la vuelta, me contestó con sus ojos llenos de lágrimas: “Lo siento, papá; no te escuché”.

El viernes por la mañana, lo llevé al médico. Dijeron que los dos oídos se habían llenado de líquido. Luego de hacerle un examen, los resultados mostraron que era similar a tener una rotura en ambos tímpanos. No podía oír nada a menos que hablaran muy fuerte. Le ordenaron tomar antibióticos durante dos semanas. Tomó una dosis el viernes por la noche, dos el sábado y una el domingo por la mañana.

En el servicio del domingo por la mañana, coloqué mis manos sobre sus orejas y oré por él durante la línea de oración de la cinta. Después del servicio, estábamos afuera preparándonos para ir a comer; entonces, vi al Hermano Joseph conversando con una familia y algo me dijo que le pidiera oración por Jackson. No me gusta nada importunarlo; pero el sentir era muy apremiante. Me encontraba parado a una buena distancia con Jackson en mis brazos cuando el Hermano Joseph dio la vuelta y se dirigió hacia donde yo estaba. Le pedí que orara por Jackson, así que lo acercó hacía él y dijo una breve oración.

Estaba hablando con Kelly en el auto mientras nos dirigíamos a comer y, de repente, Jackson comenzó a participar en nuestra conversación. En el restaurante, jugó con los demás niños y se veía de buen ánimo. Luego de salir del restaurante, le comenté algo mientras conducía y él me respondió desde el asiento de atrás: “Papá, ¿por qué hablas tan fuerte?”. Todos celebramos allí mismo en la camioneta. Para cerciorarme, nos detuvimos en la tienda, me paré detrás de él y susurré su nombre muy suavemente; él se dio la vuelta y contestó: “Sí, papá”. Esa mañana, tomó la última dosis de medicina. No la volvió a necesitar. El gran Médico le prescribió algo mucho más efectivo.

No merecemos Su misericordia y Su gracia.

Dios los bendiga a todos y les agradezco por lo que hacen para que nuestra partida a Casa ocurra más pronto.

El Hermano Sam