21/01/2016
El motivo correcto

Si tuviera necesidad de eso, yo creo que si le preguntara, Él me diría. Pero vean, primero sus motivos y objetivos tienen que ser correctos. Ud. tiene que tener razones para eso. Dios no le da estas cosas sólo porque Ud. se las pide. Y uno no puede pedir en fe a menos que haya un objetivo real para eso, de estar en la voluntad de Dios. Vea, si Ud. quiere estar sano, ¿para qué quiere estar sano? ¿Ven? Si Ud. quiere ser sanado, ¿cuál es la razón por la que Ud. quiere ser sanado? ¿Qué le está diciendo Ud. a Dios? ¿Qué quiere Ud. hacer con su vida cuando sea sanado? ¿Ven? Tiene que haber... uno tiene que tener un motivo y objetivo, y esos dos tienen que estar correctos de acuerdo a la voluntad de Dios. Y entonces es cuando la fe le es revelada a Ud., y Dios por Su soberana gracia coloca allí la fe, y entonces allí termina el asunto.

Yo había escuchado mas ahora veo, 65-1127E

¡Esta joven es un gran ejemplo! Ella tuvo que soportar apagones eléctricos y el mal funcionamiento de su computador, pero tuvo paciencia. Su motivo era escuchar la Palabra y, aparte de recibir lo que pidió, el Señor le dio un testimonio para compartir con el mundo.

Me gustaría compartir este testimonio de lo que el Señor hizo por mí. Acostumbro escuchar en casa los sermones del Jubileo valiéndome de mi portátil, al cual desafortunadamente no le funciona bien la batería. La carga no le dura mucho tiempo y para lograr escuchar un sermón completo tengo que mantenerlo conectado a la corriente. A veces eso no es factible, ya que vivo en Luanda, Angola, una ciudad que sufre de problemas de electricidad (en ocasiones pasamos días sin electricidad).

Cuando desperté el sábado, me di cuenta de que había electricidad; por tanto, decidí escuchar el sermón El Rapto, pues no sabía si más tarde ocurriría un apagón. Traje mi tarjeta microSD, pero cuando la inserté el portátil no la reconoció. Volví a intentarlo varias veces, pero no funcionó. La dejé allí y ese mismo día por la tarde lo volví a intentar; pero nuevamente fue en vano.

El lunes 7, descargué los sermones en el trabajo. Esa noche llegué a casa y, para mi sorpresa, no había electricidad. Pero, por la gracia de Dios, habían reparado el generador (que duró meses averiado) y estaba funcionando. Así que entré a mi habitación para escuchar el sermón Liderazgo.

Empecé a escucharlo, pero 57 minutos después el generador se apagó y a la batería del portátil solo le que quedaban 10 minutos de energía o menos. Me entristeció darme cuenta de que nuevamente no podría terminar de escuchar un sermón. Allí mismo, mientras seguía escuchando el mensaje, incliné el rostro y dije: “Señor, aunque no lo haya terminado, te agradezco por la gracia que me has concedido al poder escuchar una porción de este mensaje. Una palabra tuya siempre es suficiente. Gracias”.

Levanté el rostro y miré la pantalla del portátil; la carga había llegado al mínimo. Supe que se apagaría en cualquier momento. Miré la bombilla y dije: “Señor, por favor, permite que la electricidad regrese para que pueda terminar el sermón”. Entonces volví a mirar la pantalla para saber cuánto tiempo le quedaba; pero, sorprendentemente, cuando revisé el nivel de energía decía que iba por la mitad. Miré de nuevo y, efectivamente, la batería estaba medio cargada.

La electricidad no había vuelto y el generador seguía apagado. Hacía unos segundos la batería estaba casi descargada, pero ahora estaba medio llena. ¡Gloria a DIOS! Terminé el sermón El Rapto y además el que no terminé la noche anterior, Liderazgo. Mi corazón no podía contener todo ese gozo y lágrimas de alegría rodaron de mis ojos; solo agradecí y alabé al Señor. Gracias, Señor, aún eres Jehová Jireh.

Toda la gloria es únicamente para Él, por Su amor y misericordia.

Su hermana en Cristo,

La Hermana Alice

Angola, África