01/12/2016
El Refugio

1 Dios es nuestro amparo y fortaleza, Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.

2 Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, Y se traspasen los montes al corazón del mar;

3 Aunque bramen y se turben sus aguas, Y tiemblen los montes a causa de su braveza. Selah

4 Del río sus corrientes alegran la ciudad de Dios, El santuario de las moradas del Altísimo.

5 Dios está en medio de ella; no será conmovida. Dios la ayudará al clarear la mañana.

6 Bramaron las naciones, titubearon los reinos; Dio él su voz, se derritió la tierra.

7 Jehová de los ejércitos está con nosotros; Nuestro refugio es el Dios de Jacob. Selah

Salmos 46:1-7

En la noche del 30 de marzo del 2016 una tormenta azotó Oklahoma. Se pronosticó un clima inclemente e informaron que un tornado se dirigía hacia el este. Entretanto estábamos reunimos en familia con motivo de nuestra reunión de oración del miércoles.

A unos 15 kilómetros, cerca de Claremore, nuestro hijo de 15 años se hallaba solo en casa; por lo que nos dirigimos a casa para acompañarlo. Con los celulares nos mantuvimos informados sobre el tornado y pronto salimos a mirar el cielo premonitorio del oeste y hablar con los vecinos. Mis padres viven al lado y al frente, el jefe de policía de Claremore. Mientras le comunicaban las últimas noticias por su radio, me gritó: “¡Se dirige por la carretera hacia nosotros! ¡Deben cubrirse ahora mismo!”. Entré corriendo y llamé a mi esposa y mi hijo. Nos quedamos en el porche trasero por unos momentos y entonces vimos el tornado descollando sobre el vecindario y acercándose por detrás hacia nuestra casa y la de mis padres. Nos precipitamos hacia el extremo de la casa a mayor distancia de donde vimos que pasaría el tornado, y todos nos refugiamos en la bañera. Por un instante casi entro en pánico, pero entonces me inundó una paz y oré en voz alta: “Señor, Tú siempre nos has cuidado y protegido y de nuevo confiamos en Tu ayuda”.

El silenció reinó, salimos y el tornado había desparecido. Comprobé cómo estaban mis padres; también se habían refugiado en la bañera mientras oraban. Nuestras casas estaban totalmente intactas. Nos encontrábamos a salvo y protegidos por Su amoroso cuidado y la atención que nos dedica. La casa vecina, posterior a nuestra propiedad en dirección oeste, estuvo inhabitable durante varios meses y la que colinda con la nuestra en dirección norte quedó completamente destruida. Mientras inspeccionábamos los alrededores notamos que el tornado había seguido una trayectoria que iba directo hacia nosotros por casi dos kilómetros, pero al llegar a nuestro patio trasero se desvió, cruzó la carretera y continuó destruyendo todo a su paso otros dos kilómetros.

El daño fue grave: en algunas casas faltaban los techos y las paredes; los postes y los cables eléctricos estaban destrozados; y había árboles caídos por todas partes. Muchas casas requirieron reparaciones considerables y algunas tuvieron que demolerlas y reconstruirlas. Su compasiva y amorosa mano de gracia y misericordia nuevamente protegió a Sus hijos creyentes, que lo aman y confían en Él para todo.

Alabado sea el Nombre de nuestro Señor Jesucristo.

El Hermano Joel Ragland

Dios, Él es mi Refugio. Él es mi Fortaleza. Torre fuerte es el nombre de Jehová. A él corre el justo y es levantado. Las torres de refugio. Él es nuestro refugio. No poseo otro refugio, sino a Él. No quiero buscar ningún otro refugio. Él es mi Refugio. Él es el Peñasco en tierra calurosa, un escondedero en tiempo de tormenta.

Conferencia (60-1125)