30/11/2015
Cartas de prisioneros

Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.

Juan 8:32

El buzón de las cartas de prisioneros se volvió a llenar. Los siguientes son extractos de esas cartas:

En todos los años que permanecí en prisión, lo intenté todo: oraba, leía los libros y la Biblia, y hasta fui bautizado. Sentí como que no podía vivir sin el Señor. Entonces, llegó el día que estaba esperando y me liberaron. Prácticamente fueron dos semanas lo que tardó esa Luz en desvanecerse y el amor por las drogas y los hábitos de ese estilo de vida en remplazar el amor por Dios. Pero aquí me encuentro, enmendado y pidiendo más libros y sobre todo oración. Verán, por poco apago ese fuego. Les pido libros, con la esperanza de lograr encender el rescoldo de nuevo. Las circunstancias no me favorecen. Oren para que el Señor me perdone y me ayude a regresar.

Florida

Me alegra mucho haber leído de ustedes. Estos libros están llenos de Verdades de la Biblia que nadie menciona jamás. ¡Amo y creo cada palabra! Gracias.

Minnesota

A los hermanos y a mí nos gustaría agradecerles por enviarnos la Palabra Hablada aquí a la prisión. Somos un grupo de creyentes que creen cada palabra del profeta de Dios, el Hermano Branham.

Sudáfrica

Me avergüenza escribirles desde este lugar tan inmundo de la humanidad, que ha ganado la reputación de ser el más tenebroso del sistema de prisiones estadunidense. Me limito a solo decir eso. Pero les cuento que solo queda una esperanza entre estas paredes repugnantes: Jesucristo. Sin embargo, los demonios que habitan en este lugar sofocan el más mínimo rayo de luz. Así era, hasta que encontré su dirección y llegó un paquete que parecía estar ardiendo. Amigos, les contaré, apenas abrieron el paquete, se llevaron todos los cinco libros que contenía. Nunca antes hubo tanta luz como cuando estaba leyendo sobre la cortina del tiempo. Cada página contiene las verdaderas palabras de Dios. Miré hacia el Cielo y dije: “Gracias”. Entonces noté algo extraño; no lograba comprender qué era diferente. Le pregunté qué ocurría a un guardia que pasaba por allí y él me contestó: “Todos los guardias están nerviosos”. Pregunté: “¿Por qué?”, y él respondió: “Nunca se había sentido tanto silencio aquí”. Esa era la diferencia: todo el lugar estaba en silencio. Amigos, jamás piensen que el trabajo es en vano y nunca duden las Palabras de estas páginas.

Ohio

Hermanos, quiero darles las gracias. Este Mensaje trae luz y calor a un lugar frío y tenebroso. Dios los bendiga a todos.

Misuri

Ya han pasado varios años, pero, a lo largo de este transcurso, le entregué mi corazón al Señor Jesucristo. Hace quince años, recogí el libro Las siete edades y lo leí. Les cuento que jamás en mi vida me sentí tan confundido; no entendía ni una palabra. Mientras buscaba en la biblioteca un tema completamente distinto, me encontré con el libro, sin ninguna otra razón aparte de que estaba destinado para mí. Se trató de Las siete edades de la Iglesia. Pregunté si podía llevármelo y me contestaron que les daría gusto deshacerse de él. Poco sabían del “Oro” que había tras esa portada antigua. Esa noche aprendí a diferenciar la leche de la carne. Ese libro no iba dirigido a los bebés; pero leerlo hace 15 años, siendo un bebé, me preparó. Abróchense los cinturones, pues ¡este libro es una batalla! Hermano, quizás se remonte a años pasados y nuestro profeta ya haya partido a casa; pero el Espíritu permanece en las Palabras. Fue como estar sentado en el mismo Tabernáculo y pude sentir el poder y el Espíritu que subyacen tras cada Palabra. Supongo que se requirieron todos estos años para derribarme hasta que ya no tuviera entendimiento, ¡sino que hubiera algo en mi interior que sí entendiera y gritara “Amén”!

California

Si alguna vez llegaran a estar internados en una prisión, lo primero que los afectaría es el ruido. Es horrible escuchar constantemente los gritos y el maldecir. Me costaba leer el Mensaje por el ruido. Se me había roto un reproductor de casetes antiguo que tenía, así que lo deseché; pero guardé los auriculares. Los desempolvé y los coloqué en mis oídos. Por fin pude concentrarme en el Mensaje, pues los auriculares bloqueaban el ruido. También me dieron la impresión de estar escuchando el Mensaje. Siempre es lo simple.

Texas

Estoy cumpliendo el año decimosexto de una condena a cuarenta años de prisión. Leí en un periódico que ustedes tienen respuestas a preguntas que jamás se me habían ocurrido. “¿Qué ocurrió en el Huerto?”. ¿Quién formularía tal pregunta? Pero, a lo largo de los años, he preguntado eso y más. Solo recibo miradas de desconcierto, como si fuera tonto o algo así. Había desistido de encontrar respuestas y entonces me encontré con el libro de Las siete edades. Se me ocurrió intentarlo de nuevo a ver si alguien conoce la respuesta. Así que por favor envíenme los libros que ofrecen.

Texas

Gracias por los maravillosos mensajes que me enviaron. En cuanto abrí el primer libro, supe que mi vida jamás sería la misma. Podría contarles historias que los harían llorar, la razón por la que hice lo que hice y lo arrepentido que me siento; pero ya aprendí que debo olvidar el pasado y solo vivir para Jesucristo. Esto me lo acaba de enseñar el profeta de Dios. Sí, desde la primera página, supe que se requiere más que un hombre para escribir tales cosas. Apoyaré esta obra y oraré por ella. Y yo sé que todos allá afuera están haciendo lo mismo.

Georgia

Un inmenso agradecimiento por los libros que me enviaron, pues están cambiando mi vida. Me asombra todo el entendimiento que el Señor le dio al Hermano Branham. Gracias a Dios por esto.

Virginia