01/01/2020
2020

28 Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa.

29 Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí.

30 Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen.

31 Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados;

32 mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo.

33 Así que, hermanos míos, cuando os reunís a comer, esperaos unos a otros.

I Corintios 11:28-33

¿No son hermosas y sabias las palabras del apóstol Pablo? Aunque se refieran al servicio de la Comunión, todos deberían meditar en esta Escritura al comenzar el año nuevo.

Examinémonos a nosotros mismos.

¿Estoy más cerca del Señor que el año pasado?

En el camino que me encuentro, ¿estaré más cerca del Señor el próximo año que hoy?

Si el Señor viene mañana, ¿me iré en el Rapto o me quedaré?

¿Qué necesito cambiar?

¿Me estoy quedando por alguien más?

¿Qué estoy haciendo para promover el Reino de nuestro Señor Jesús?

¿Verdaderamente amo a mis hermanos creyentes sin importar las diferencias que tengamos?

El mismo Espíritu Santo que habló por medio del apóstol Pablo, habló por medio de nuestro amado Hermano Branham cuando hizo la siguiente declaración: 

Si en algún momento hemos necesitado de cada uno de Uds., es ahora mismo. Uds. me necesitan a mí y yo los necesito a Uds.; Dios nos necesita a ambos. Unamos nuestros corazones y esfuerzos. No pensemos que, porque somos nazarenos, Peregrinos de Santidad, católicos, presbiterianos, pentecostales, o lo que sea, ¡seamos Cristianos! Discernamos el Cuerpo del Señor, y extendámosle el brazo aun al más vil pecador, y traigámoslos al redil. Ésa es mi humilde oración.

Discerniendo el Cuerpo del Señor (59-0812)

¡Hagamos cambios en el 2020! Estos cambios no tienen que empezar en la iglesia; deben empezar con el individuo. Como dijo el Hermano Branham, nos necesitamos mutuamente. Apreciemos a nuestros hermanos creyentes y trabajemos juntos para traer al rebaño hasta al más vil de los pecadores.

Oremos más. Escuchemos más las cintas. Leamos más la Biblia. Seamos más amables. Estemos más dispuestos a ayudar. Sirvamos más a los demás que a nosotros. ¡Seamos mejores!

Y empecemos… ¡CONMIGO!

Me recuerda de una historia, de cuando se llevaba a cabo el-el gran avivamiento galés. Unos hombres importantes aquí en la nación pensaron en ir allá y ver el avivamiento galés, lo que acontecería. Y cuando fueron, averiguaron, vieron en qué lugar acontecería. Cuando llegaron a galés, ellos salieron por allí, comenzaron a indagar dónde quedaba el lugar. Ellos vieron a un pequeño oficial muy feliz, parado en la esquina, con su pequeño sombrero inglés, y le daba giros y giros a su palo, de esa manera. Y entonces estos hombres se le acercaron, y dijeron: “Señor, ¿podría decirme en qué lugar se lleva a cabo el avivamiento galés?”.

Él respondió: “Sí, señor, ¡yo soy! ¡Yo lo soy!”. ¿Por qué? Él irradiaba desde adentro el gozo y la Luz del-del avivamiento galés.

Así también debería hacer la iglesia de Pentecostés hoy, al preguntar: “¿Quién es Jesucristo? ¡El mismo ayer, hoy, y por los siglos!”. La Luz de Su Evangelio debería estar brillando con la Palabra para esta edad, revelando a Jesucristo a la nación, igual como fue allá.

Él estaba tan lleno del avivamiento galés, que él era el avivamiento galés.

Nosotros deberíamos estar tan llenos de Cristo, hasta que lo-lo reflejemos a Él en el poder de Su Palabra asignada a nosotros para este día. Hermanos, no se dejen llevar en cosas del mundo, no dejen que estas preocupaciones los aparten; permanezcan con el Evangelio. ¡Vigilen toda Palabra! No vuelvan a lo que algún padre dijo. Vamos ahora mismo con lo que Jesús dijo que se llevaría a cabo en este día. Sí, señor. Nosotros debemos ser la Luz de esta edad, manifestando el Evangelio.

Enciende la luz (64-0125)