Anoche vi un collar de mi hija en el tablero del auto. Era un regalo diseñado especialmente para ella. Lo recogí para entrarlo a la casa y lo dejé en mi regazo, mientras me recordaba que lo había dejado allí.
Continué mi camino, me detuve en una gasolinera para abastecer el auto y luego visité a mi nieto.
Como a las 3:00 a. m., ¡me deserté pensando en el collar! Empecé a orar para que el Señor me ayudar a encontrarlo, pues significaba mucho para mi hija.
Mientras estaba recostaba, rememoré lo que hice ese día. Sabía que era muy posible que se hubiera perdido en la gasolinera y que alguien se lo hubiera llevado.
Recientemente nuestro pastor enseñó sobre David, quien se fortaleció en el Señor cuando regresó y se encontró con la destrucción de Siclag.
Empecé a recordarle al Señor todos los testimonios que había leído en el sitio web de VGR concernientes a pertenencias que Él restauró y todas las ocasiones en las que, después de orar, nos había mostrado a mí y a otros miembros de mi familia donde se encontraban algunos objetos perdidos.
Luego recordé que el Hermano Branham dijo que, si dejara su navaja en casa y creyera, aparecería en su bolsillo.
Me convencí de que no debía preocuparme porque, si el Señor me había despertado para avisarme que se había perdido, nos lo restauraría. Además, le prometí al Señor que compartiría mi testimonio si me permitía encontrarlo.
Esta mañana, salí más temprano de lo normal para ir a la gasolinera. No vi el collar en el suelo, así que me acerqué al cajero para preguntarle si habían encontrado un collar que perdí allí.
Extendió la mano y lo descolgó de la oficina. No estaba estropeado y la cadena estaba intacta.
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Que Dios bendiga a la persona que encontró el collar y lo devolvió.