30/12/2019
Desesperación

La desesperación clama por algo, y cuando ese algo (no importa lo insignificante), es recibido, entonces se cree allí mismo; porque la fe es receptiva cuando la está estimulando la desesperación. ¿Ven? El amor allí se mezcla con eso y lo trae a realidad. La desesperación lo hace.

Desesperaciones (63-0901e)

Aunque parezca imposible, el Señor está pendiente de nosotros. Si tenemos una necesidad, entonces todo lo que tenemos que hacer es pedir en Su Nombre. Entonces, como Él dijo: “Yo lo haré”.

Algunas veces se requiere de desesperación para que Dios intervenga en la situación. Hace unos años, en medio de la temporada lluviosa, el techo de mi casa se encontraba en mal estado, estaba lleno de goteras.

Tenía que usar recipientes, baldes y cacerolas para recoger el agua. Mis hijos se quejaban de mojarse mientras dormían. Tenía todos los materiales para cambiar el techo, pero la temporada de lluvias no me lo permitía.

Llovía todos los días. No sabía qué hacer. Algo me sobrevino en medio de mi desesperación y frustración, así que salí a la parte trasera de mi casa, levante las manos y dije: “Señor, no permitas que llueva hasta que terminé mi techo”.

Como soy fabricante de acero, procedí a quitar el techo y no me fijé en el cielo. Al cabo de dos semanas, terminé la estructura. El segundo domingo, testifiqué en la iglesia de lo que estaba ocurriendo. Sin embargo, noté que un hermano se rio de mí.

A la semana siguiente, el lunes por la mañana, vi unas nubes negras acercándose a mi casa. Dije: “No, no, no va a llover”.

Les di la espalda y continué soldando las piezas de acero, cuando volví a mirar no había nubes. Se dispersaron y ni siquiera cayó una gota de agua. Durante todo este tiempo mi familia se quedó con mi suegra, donde llovió, pero no en mi casa.

Le pedí a un hermano que me ayudara a instalar las tejas del techo. Cuando terminamos de colocar la última teja, empezó a llover.

Dios es tan maravilloso, tan asombroso, tan fiel. Le agradezco por ser un pronto auxilio en las tribulaciones. Sin olvidar que mi vecino estuvo pendiente todo el tiempo, comentó: “Algo raro pasó en medio de toda esta lluvia; no llovió en tu casa”. Contesté: “No tuve nada que ver con eso, estaba desesperado y Dios suplió mi necesidad”.

El Hermano John

Trinidad