21/12/2016
Los exploradores

El siguiente artículo fue impreso en la revista Capta La Visión, publicado el invierno del 2011

17 Lo veré, mas no ahora; Lo miraré, mas no de cerca; Saldrá ESTRELLA de Jacob, Y se levantará cetro de Israel, Y herirá las sienes de Moab, Y destruirá a todos los hijos de Set.

Números 24:17

44 Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre,

45 de la manera que viste que del monte fue cortada una piedra, no con mano, la cual desmenuzó el hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro. El gran Dios ha mostrado al rey lo que ha de acontecer en lo por venir; y el sueño es verdadero, y fiel su interpretación.

Daniel 2:44 y 45

Los magos sabían que las profecías algún día se cumplirían y, por cientos de años, escudriñaron los cielos en busca de una señal. Entonces, en una noche estrellada, mientras meditaban en las palabras del profeta Daniel, vieron una señal: una nueva estrella extraña apareció. La antigua búsqueda de los exploradores por la verdad se reflejaba en sus ojos mientras observaban el firmamento nocturno. A esto se refirieron los profetas. Esto era lo que venían buscando. Con prontitud empacaron sus presentes y emprendieron el viaje.

Los magos iniciaron en el Lejano Oriente, India en la actualidad, y siguieron la Estrella por dos años. No podemos sino imaginar la revelación que se afianzó en sus corazones para embarcarse en semejante viaje, valiéndose solamente de esa nueva Estrella especial como guía. Viajaron de noche remontando las montañas del sur de Asia, descendiendo por pendientes escarpadas hacia el río Tigris, adentrándose en los desiertos de Arabia hasta que, finalmente, arribaron a Jerusalén. En sus corazones, buscaban la Palabra de Dios. Ese mismo deseo fervoroso jamás ha cesado en los hindúes. 

Años después de que los magos obsequiaran oro, incienso y mirra al Señor Jesús, Dios correspondió a India con un presente en la forma del discípulo Tomás. Nuevamente, los hindúes habían hallado otro hombre que hacía que las Escrituras cobraran vida. Pero la vida de Tomás padeció un final prematuro a manos de sacerdotes paganos enfurecidos que lo traspasaron con una lanza. Con la ausencia de Tomás, el Evangelio que él había impartido finalmente declinó en idolatría. La salvación por medio de Jesucristo se reemplazó por el hinduismo, el mahometismo, el jainismo, el denominacionalismo y la adoración a miles de dioses diversos. A pesar de toda la confusión, Dios le volvería a sonreír a India.

Casi dos mil años después, el Señor envió otro regalo a los corazones exploradores de los hindúes.

Originalmente, los magos partieron de su país para presenciar el cumplimiento de la Escritura; pero, en el presente, la Escritura fue la que viajó a ellos: en 1954, Malaquías 4 llegó a Bombay y, nuevamente, la Palabra fue vivificada. Medio millón de personas presenciaron la restauración de la vista de un ciego adorador del sol y, como resultado, más de cien mil hindúes abandonaron sus dioses paganos y rindieron sus corazones al Señor Jesús. El país vivió un día monumental, pero tristemente la historia estaba destinada a repetirse. Líderes denominacionales furiosos perforaron el cuerpo del laicado con su lanza. Al rechazar el Mensaje del profeta y rehusar presentarlo a la gente, obligaron al Evangelio viviente a perecer.

¿Qué podía yo hacer? No había nada. Quizás, tal vez, digamos que había—digamos que solamente hubo cien mil de ellos. No había iglesia, nada que yo pudiera hacer. No había nadie a quien entregarlos. El Mensaje que yo creía, no había ni una sola denominación Pentecostal que cooperara conmigo. Y todas aquellas almas probablemente se volvieron a los shiitas, jainos, budismo, y todo lo demás de donde salieron. No había lugar donde ponerlos. Ahora, esa es una vergüenza; esa es una desgracia, ¿ven?, porque yo no tuve cooperación, por causa de la posición que yo tomo.

Poniéndonos al lado de Jesús (62-0601)

A la batalla de India le faltaba mucho por concluir cuando el Hermano Branham pronunció esas palabras. Silenciosamente Dios estaba utilizando a Su siervo para alzar un estandarte que las denominaciones ni los sacerdotes paganos pudieran destruir: la mayoría de las veces que el Hermano Branham subía al púlpito, las grabadoras de cintas comenzaban a funcionar. La Palabra de esas cintas un día retornaría a India, donde les presentaría a cientos de miles a un Jesucristo viviente. El Mensaje remontaría todas las barreras y jamás se distanciaría de la gente. Llegaría a sus aldeas y hasta sus propias casas.

Y ahora en esto, no significa que estoy hablando solamente a esta congregación que está aquí presente, sino que estas cintas son enviadas a todo el mundo. Son traducidas en casi—oh, un gran número de los idiomas, hasta en las tierras paganas alrededor del mundo. Les enviamos cintas gratis por medio de una sociedad de la iglesia, y son traducidas allá en las selvas de África y de la India, y así estas cintas corren por todo el mundo.

Escogiendo una novia (65-0429)

La obra

En 1985, la oficina de India se abrió en la mismísima ciudad en que el apóstol Tomás exhaló su último respiro: Madrás. La obra prosperó allí, pero no fue hasta 1993 cuando el Señor abrió las puertas a VGR para despachar material a gran escala a ese país.

Embarcamos por el océano nuestro primer contenedor de 40 pies, que incluía 143 000 cintas de casete en inglés y otros idiomas hindúes. En el contenedor el Hermano Joseph destinó una carta personal a todas las direcciones postales de nuestro registro. En la carta: “Nuevamente, Malaquías 4 llegará a India”.

La obra estaba cobrando impulso, pero nos esperaban retos imponentes: India es un país inmenso con una población de 1100 millones, donde no todos hablan el mismo idioma. Aunque un porcentaje considerable de la población domina el inglés, en las zonas rurales viven millones que no. A fin de satisfacer las necesidades de la gente, en nuestra oficina principal, en Madrás, compusimos un estudio de grabación completamente equipado, con siete empleados que asumirían tanto las traducciones como la impresión y la distribución de cientos de miles de libros del Mensaje. En la actualidad, traducimos el Mensaje a 10 idiomas hindúes, una cifra que resulta impresionante, considerando que la mayoría de países solo requieren traducciones a un idioma. Aparte de los idiomas hindúes, los empleados de nuestro estudio de grabación y los traductores también se encargan de traducciones a otros idiomas que se hablan en los países vecinos, como Bangladés, Birmania, Nepal y Sri Lanka.

Otro obstáculo que superar consistía en los drásticos cambios demográficos a lo largo del país. India es uno de los países más diversos del mundo: la cultura, los idiomas, las tradiciones y las vías de comunicación cambian bruscamente de aldea en aldea. Hasta las señales de tránsito, de un extremo de la ciudad al otro, pueden variar entre inglés y panyabí. Con solo recorrer unos pocos kilómetros, parece que uno ha viajado a otro país con una cultura sumamente distinta. Como cabe esperar, esto dificulta a los misioneros cubrir distancias extensas. Nuestra solución: establecer una amplia red de bibliotecas ubicadas en el patio de sus casas que ofrezcan el idioma más habitual de la zona. Ahora, independientemente de la parte del país, uno probablemente encontrará una biblioteca cercana con material en un idioma que entienda.

El Hermano Joel Paramandam

Los resultados

Personal de la oficina de VGR

El enemigo ha huido y los resultados se ven por todos lados. Los hechiceros se jactan de poder invocar espíritus malignos, pero los Cristianos son los maestros en expulsarlos. ¿Y qué mejor arma poseemos que la Voz de Dios para esta generación?

Cuando recibieron las cintas, una iglesia de unos 60 miembros de Bangalore comenzó a escucharlas. Durante un servicio vespertino, una joven de aspecto normal comenzó a gritar: “¡Detengan la cinta! ¡Ese hombre ya está muerto! ¡Detengan la cinta!”. El pastor se dirigió rápido a la grabadora para pausarla, pero su hija lo convenció de dejarla sonando. Él atendió su consejo y dejó que el profeta continuara predicando. Ante las miradas de la congregación, la muchacha poseída se precipitó a la puerta de la iglesia, donde cayó al suelo gritando con espuma en la boca. Mientras el Hermano Branham hablaba, el espíritu malo la liberó y su mente cabal se restituyó. Ocupó su asiento entre la congregación y gozó el resto del sermón. Después viajó a nuestra oficina de Madrás para testificar de su experiencia.

En otra ocasión, un pastor se opuso a escuchar las cintas. Afirmó que solo debían oírse en casa y jamás en la iglesia. Se marchó de la ciudad para predicar en otra iglesia y, en su ausencia, su esposa sufrió un ataque al corazón. Sin un teléfono en casa, ella se arrastró a la única fuente de alivio que le quedaba: la grabadora. Colocó una cinta y comenzó a escucharla. La esposa del pastor recibió sanidad mientras el Hermano Branham oraba por los enfermos. Cuando su esposo regresó, ella le relató su testimonio. Él la llevó a nuestra oficina de Madrás y testificó que el profeta, en la cinta, había orado por su esposa.

Tras miles de años, la batalla de India finalmente cedió paso. El Señor asestó un golpe rotundo. La Voz resonó por aquellas tierras antiguas y el enemigo se batió en retirada. Ya no puede arrojar al siervo a los leones o atravesarlo con una lanza como en el pasado. Hasta la antigua táctica de esperar a que el avivamiento se vaya apagando para luego regresar sutilmente y destruir el Mensaje en la mente de las personas ya no surte efecto. Ahora el mensajero está arraigado en las personas para siempre.

Los exploradores de la India han hallado la señal que los conduce a su Rey. Pero esta vez, no es una Estrella la que los orienta por miles de kilómetros por la noche, sino una Voz enviada directamente a la puerta de su casa.

“Quizás, quizás puedan silenciar el cuerpo que está hablando, pero jamás silenciarán esa voz. Viene de Dios. Apedrearon a Esteban, pero no pudieron detener su Mensaje. Continuará. Esas cintas se escucharán después de años de mi partida”.

El pacto de Abraham confirmado (61-0318)