Tengo 24 años y llevaba mucho tiempo sufriendo de un dolor extremo en la espalda o los discos intervertebrales. Pero ayer fue distinto. Tuve un día muy doloroso que empeoró desde las 6:00 p. m. Me dolía cuando me recostaba y me sentaba.
Entonces estaba visitando a mi hermana. Tomé medicamentos y me traté con termoterapia, pero por alguna razón el dolor persistía.
Más tarde, regresé a casa e intenté dormir. Por unos minutos, me recosté en la cama boca abajo con la intención de dormir. Entonces sentí un dolor intenso desde la espalda hasta los pies y no podía moverme en lo absoluto; hasta respirar era extremadamente doloroso. Empecé a llorar sin parar e intenté llamar una ambulancia.
En ese momento, mi madre vino de la otra habitación y dijo que oráramos. Empezó a orar mientras yo lloraba y el dolor empeoraba. Me mantuve boca abajo todo el tiempo, sin poder moverme. Me sobrevino el pensamiento de que nunca iba a poder pararme de nuevo.
Ella oró así: “No te preocupes, estás sana y la Palabra de Dios dice que por su llaga somos curados; solo cree y verás”.
Todavía estaba dolorida y sin poder moverme. Tomé mi teléfono y sentí que debía leer la Cita del Día en la aplicación de Lifeline.
Abrí la aplicación y comencé a leer. Era una cita del sermón El ciego Bartimeo (55-0818), entonces el Señor obró en mí. Noté que Dios describió exactamente mi situación por medio del sermón y, además, el pasaje de la Biblia era Isaías 53:5.
Me di cuenta de que Dios me había sanado. Él conocía exactamente la razón por la que permitió el dolor: para mostrarme Su amor. Le agradecí. Aunque no lo merecía, Él fue muy bondadoso conmigo.
Al cabo de tres o cuatro minutos, el dolor había desaparecido por completo. Ya no estaba dolorida, pude moverme normalmente y salir de la cama. De inmediato llamé la ambulancia para avisar que ya no la necesitaba, pues había sido sanada y ya no sentía dolor.
Considero que fue una experiencia sobrenatural con el Señor. Quería compartirles este testimonio y animarlos, pues, sin importar la situación o lo que suceda, Su Palabra simplemente no puede fallar.
La Hermana Dusica
Austria