02/01/2019
Confesándolo

Y Él está sentado a la diestra del Padre para interceder por medio de Su muerte, entierro y resurrección. Aleluya. Allí está Él. “Mas también ahora, todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará”. Y él está allá en Su majestad, al lado del Padre, a Su diestra, para hacer intercesión por cualquier cosa que le pidan a Él y confiesen que Él ha hecho; Él lo confesará delante del Padre. ¿Qué más quieren? Digan: “Señor, Te acepto como mi Sanador. De ahora en adelante solo diré que estoy sano”. Amén. Eso lo concluye. Él no puede hacer nada por usted hasta que lo confiese primero. Él es el Sumo Sacerdote de su confesión. En ese caso, ni siquiera su fe. No se puede tener fe hasta que usted lo confiese. Tiene que aceptar la fe, creerlo y confesar que ya sucedió. Pues la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.

¿Crees esto? (51-1003)

Si acostumbran leer este sitio web, entonces verán que ocurre milagro tras milagro como respuesta a la oración. Este testimonio es un poco distinto. Aunque todavía no hay resultados, de acuerdo con la Palabra, ya nos podemos regocijar con el Hermano Isaacs, pues pronto recibirá su victoria.

Saludos a todos los preciosos hermanos y hermanas que conforman la Novia:

Desde hace tiempo, he sido un creyente firme del Mensaje; fui bautizado a la temprana edad de dieciséis años y ya tengo veinticinco.

He pasado por muchas pruebas en mi vida concernientes a mi creencia en Dios y el profeta que Él nos envió. Todas las he vencido y he salido triunfante.

Hace poco, en el 2012, me inscribí en un programa de aprendizaje para convertirme en soldador. Terminé el entrenamiento en el 2016 y salí como un soldador certificado. Excelente, además tenía mucha ilusión, puesto que hay escasez de soldadores y otros técnicos en Sudáfrica. Se suponía que encontrar trabajo iba a ser fácil, o eso me dijeron.

Ya estamos en el 2018 y pronto empezará el 2019. Sinceramente nunca me he sentido tan confundido en toda mi vida. En ocasiones siento que me estoy quedando atrás, pues mis amigos y mis compañeros de la escuela están prosperando y haciendo algo, pero yo siento que sigo aquí a la espera de que algo ocurra.

Constantemente me presento a trabajos y voy a entrevistas, pero no logro encontrar empleo. Bueno, este año, hace unas semanas, leí un sermón del Hermano Branham que trataba sobre un tema que he leído muchas veces. La parte esencial de la historia consistía en que el profeta fue a una campaña donde conoció a un ciego que vendía lápices en las calles de la ciudad. De alguna forma el hombre asistió a la reunión y se encontró con el Hermano Branham. El profeta le dijo que estaba sano, que ya podía ver y que debía continuar confesando y agradeciendo al Señor a pesar de su condición actual.

¡Vaya, vaya! Desde ese momento empecé a confesarlo. El Señor prometió proveerme un trabajo y ya lo tengo. En efecto, creo que ya tengo ese trabajo. Sentí que debía testificar de esto, así como el ciego al que le dijeron que podía ver y siguió su camino alabando y testificando.

Isaacs

Sudáfrica