Saludos a todos los preciosos hermanos y hermanas que conforman la Novia:
Desde hace tiempo, he sido un creyente firme del Mensaje; fui bautizado a la temprana edad de dieciséis años y ya tengo veinticinco.
He pasado por muchas pruebas en mi vida concernientes a mi creencia en Dios y el profeta que Él nos envió. Todas las he vencido y he salido triunfante.
Hace poco, en el 2012, me inscribí en un programa de aprendizaje para convertirme en soldador. Terminé el entrenamiento en el 2016 y salí como un soldador certificado. Excelente, además tenía mucha ilusión, puesto que hay escasez de soldadores y otros técnicos en Sudáfrica. Se suponía que encontrar trabajo iba a ser fácil, o eso me dijeron.
Ya estamos en el 2018 y pronto empezará el 2019. Sinceramente nunca me he sentido tan confundido en toda mi vida. En ocasiones siento que me estoy quedando atrás, pues mis amigos y mis compañeros de la escuela están prosperando y haciendo algo, pero yo siento que sigo aquí a la espera de que algo ocurra.
Constantemente me presento a trabajos y voy a entrevistas, pero no logro encontrar empleo. Bueno, este año, hace unas semanas, leí un sermón del Hermano Branham que trataba sobre un tema que he leído muchas veces. La parte esencial de la historia consistía en que el profeta fue a una campaña donde conoció a un ciego que vendía lápices en las calles de la ciudad. De alguna forma el hombre asistió a la reunión y se encontró con el Hermano Branham. El profeta le dijo que estaba sano, que ya podía ver y que debía continuar confesando y agradeciendo al Señor a pesar de su condición actual.
¡Vaya, vaya! Desde ese momento empecé a confesarlo. El Señor prometió proveerme un trabajo y ya lo tengo. En efecto, creo que ya tengo ese trabajo. Sentí que debía testificar de esto, así como el ciego al que le dijeron que podía ver y siguió su camino alabando y testificando.
Isaacs
Sudáfrica