06/01/2016
Aliento del cielo

No puedo impedir lo que digan los críticos; yo solo puedo declarar lo que sé que es la verdad. Y si Ud. es honesto y sincero, Dios bendecirá eso. Dios quiere que Ud. sea honesto y sincero.

La sanidad y lo que es la enfermedad, 50-0808

Imaginen que el agua se está filtrando a su casa por el tejado. Piensen en todo el daño que causaría. La última vez que llovió, la casa de este hermano de Oriente Medio sufrió muchos daños y aún no había podido tomar prevenciones para evitar daños más adelante.

Cuando se enteró del pronóstico del tiempo, lo único que pudo hacer fue orar. Aunque su fe no estaba tan firme como él esperaba, el Señor protegió su hogar de cualquier daño.

El jueves de la semana pasada, me levanté por la mañana y noté el mal clima, parecía que iba a llover. La última vez que llovió, mucha agua se filtró a mi habitación y la cama quedó empapada. El vestíbulo y el comedor también se inundaron; tuvimos que sacar el agua con baldes.

Esa mañana, quería cubrir la cama con plástico y sellar la ventana con silicona. Pero no me quedó tiempo de hacerlo, pues se me hizo tarde para llevar a mi esposa a la escuela donde trabaja. Después recogí a mis compañeros de trabajo y nos dirigimos al trabajo.

En el camino estábamos conversando sobre el clima y todos en el auto comentaron que iba a llover. Bromearon con apostar un kilo de oro a que llovería y me dijeron: “Tu casa se va inundar”. Les respondí: “Aunque llueva, tengo fe en que mi casa no será afectada”.

Poco después empezó a llover y ellos comenzaron a burlarse de mí, diciendo: “Tu casa está arruinada y ahora sí recibiremos el oro”. Me importunaron tanto que me desanimé y empecé a dudar. Toda la mañana permanecí muy atareado y no pude ir a casa para analizar la situación. Llamé cinco veces a una vecina para preguntarle sobre las circunstancias y siempre me contestaba que estaba lloviendo extremadamente fuerte; eso no me agrado para nada.

Al mediodía, volví a llamar a la vecina y me confirmó que la lluvia finalmente había cesado, pero que las calles estaban inundadas. Estaba distraído en mis pensamientos, me sentía afligido y me preguntaba: “Yo sirvo a un Dios viviente. ¿Por qué me ocurre esto?”.

Como a las tres de la tarde, mi esposa llegó a casa y me llamó para contarme las noticias que deseaba escuchar. Dijo: “EL AGUA NO SE FILTRÓ POR LA VENTANA Y LA CAMA ESTÁ SECA”.

Fue nada menos que un milagro, pues la última vez llovió durante cinco minutos y mi casa se inundó. En esta ocasión la lluvia duró horas, pero aun así todo quedó completamente seco. Les comenté a mis compañeros que mi Dios es el Dios fiel y que no sabía nada del suyo. No respondieron nada y se sentaron en silencio.

Le pedí a Dios que me perdonara por dudar cuando se burlaron de mí; pero nuestro Dios verdaderamente que es fiel y está vivo.

Él es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos.

Dios los bendiga,

Un hermano de Emiratos Árabes Unidos