24/01/2024
Artículos archivados de 1950: La Columna de Fuego

El siguiente artículo se publicó originalmente el 24 de enero de 2020. Esperamos que lo disfruten si no vieron la publicación original.


Hoy hace setenta años, se tomó una fotografía que cambiaría al mundo.

George J. Lacy —inspector de documentos dudosos de la Oficina Federal de Investigación de EE. UU. — dijo: “La luz dio en el lente de la cámara. El ser sobrenatural estaba allí”. En el transcurso de la historia, esta es la primera vez que se ha demostrado científicamente la presencia de un ser sobrenatural. ¿Qué era esa Luz sobrenatural? ¿Quién o qué estaba en la plataforma con el profeta esa noche en Houston, Texas?

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Fue una noche llena de controversia en el Coliseo Sam Houston. El Hermano Branham estaba dirigiendo un avivamiento de sanidad que estremecía la tierra. Las bendiciones del Señor Jesús se derramaban como lluvia sobre los campos espirituales de trigo. Pero las grandes señales y maravillas no estaban exentas de críticas. Como siempre, el enemigo levantó un adversario. Esas dos fuerzas se enfrentaron en Houston, Texas, y el mismo Señor Jesús descendió a pelear la batalla. 

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Miles ya estaban presentes para atestiguar los incontables milagros que seguían a este hombre de Dios. El 23 de enero, un grupo de ministros escépticos, liderados por un ministro Bautista local, un crítico abierto de la sanidad divina, retaron al profeta a un debate sobre la sanidad divina.

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El Hermano Branham rechazó respetuosamente el desafío para evitar que el enemigo convirtiera esto en un espectáculo público de discordia entre los Cristianos.

El fiel reverendo F.F. Bosworth, quien siempre permanecía junto al Hermano Branham, levantó las armas y esperó la orden de su general para ir a la batalla. Al principio, el Hermano Branham detuvo a su leal soldado; pero, después de orar, dejó al Hermano Bosworth aceptar el reto del reverendo Best, frente a la multitud que estaría presente. El Hermano Branham puso una condición: “Prométame que no discutirá”. Entonces el Hermano Bosworth dijo al reportero: "Acepto el desafío". A la mañana siguiente, los periódicos enunciaban: “Hoy volará piel eclesiástica a las 7:00 p. m., en el Coliseo Sam Houston”.

El escéptico contrató a un fotógrafo profesional, Ted Kipperman de los Estudios Douglas, para registrar el debate. Esa noche, tomaron fotografías del Hermano Bosworth parado humildemente, mientras el escéptico posaba intimidantemente; en una foto, había fijado su dedo en el humilde rostro del anciano.

La noche siguiente en el Coliseo de Houston, cuando la batalla iba a comenzar, el Hermano Branham junto con la Hermana Branham, la Hermana Rebekah y su hermano Howard, decidieron sentarse en el balcón, arriba de la multitud, para presenciar el debate.

El Hermano Bosworth subió al escenario y le hizo al escéptico una pregunta sencilla sobre la sanidad divina: Los nombres de redención de Jehová, ¿se aplican a Jesús? ¿Sí o no? El escéptico quedó atrapado. Si respondía que sí, entonces Jesús es el sanador, pues el nombre redentor Jehová-rapha es "Jehová Sanador". Si respondía que no, entonces negaba que Él era Jehová-Jireh: “el sacrificio provisto por Dios”. El Hermano Bosworth invitó al reverendo Best a la plataforma para responder esta sencilla pregunta.

El ministro rehusó la invitación, por lo que el Hermano Bosworth pidió a la multitud que se levantaran todos los que habían sanado de sus enfermedades. Miles de personas se pusieron de pie. Luego de que estos se sentaron, preguntó si todos los sanados por sanidad divina, que eran miembros files de la denominación de este hombre, se pondrían de pie. Trescientos se levantaron para mostrar con orgullo la misericordia que el Señor Jesús les había mostrado.

Entonces llegó el reto del escéptico. “Traigan a ese sanador divino. Déjenlo obrar”. El Hermano Bosworth dejó claro que Jesús era el único sanador divino, pero los desafíos no paraban. Finalmente, el Hermano Bosworth invitó al hombre de Dios a la plataforma, el cuál aceptó y subió a la plataforma en medio de gritos de apoyo.

El profeta, lleno con el Espíritu Santo, respondió lo siguiente:

Pero yo no puedo curar a nadie. Esto sí digo. Cuando era un bebé recién nacido en el estado de Kentucky, de acuerdo con mi querida madre y lo cual ha sido reivindicado durante mi vida, una Luz entró en la habitación de esa pequeña cabaña allí, donde estaba; no tenía piso, ni siquiera tenía una ventana, sólo pusieron una piecita desgastada en lugar de ventana, como una puerta pequeña, y la abrieron aproximadamente a las cinco de la mañana y la Luz entró como si estuviera amaneciendo. Desde entonces, me ha acompañado. Es un Ángel de Dios. Se me apareció en persona hace unos años. En el transcurso de mi vida me ha dicho cosas que han sucedido y yo las he contado tal como me las dijo. Y reto a cualquier persona en dondequiera a que vaya a la ciudad donde fui criado, o cualquier otra parte, y vea que alguna declaración que se haya hecho en el Nombre del Señor no se haya cumplido exactamente como se dijo que sucedería.

Después de que el profeta dijo esas palabras, el espíritu santo descendió en la plataforma y el fotógrafo tomó la fotografía. El Hermano Branham dejó la plataforma con una declaración simple, pero profética: “Dios testificará. No diré más”.

“Dios testificará. No diré más”.

El compañero del Sr. Kipperman inmediatamente fue a trabajar en el revelado de las fotografías para las noticias de la mañana siguiente. Notó algo inusual cuando extrajo la primera fotografía del revelador fotográfico. Al igual que las siguientes cinco, estaba en blanco. Se puso la mano en el pecho y perdió el equilibrio cuando sacó la última impresión de la disolución. Ahí, en la última fotografía, estaba la Columna de Fuego visible, posándose en la cabeza del profeta de Dios, William Marrion Branham.

Rápidamente le hicieron llegar la fotografía a George J. Lacy, inspector de documentos cuestionables, a quien frecuentemente contrataba el FBI de los Estados Unidos. Él examinó la fotografía y el auditorio donde se tomó, y la autenticó con su opinión experta.

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La ciencia, con todo su conocimiento mundano, se vio forzada a admitir que era evidencia verdadera de un ser sobrenatural. Durante todas las edades, el hombre ha procurado explicar a Dios. Mediante la ciencia, siempre ha intentado curarse con medicina moderna. Ha intentado crear un edén moderno con grandes ciudades y entornos lujosos. Hasta ha intentado descubrir el secreto de la vida. En cada ocasión, ha difamado al Dios que lo creó. Pero ¿qué era este Ser que acompañaba al profeta en la plataforma? ¿Qué era esta Luz cuya existencia se probó científicamente? Quizá el mundo nunca lo sepa o le interese saberlo; sin embargo, es algo muy especial para la Novia de Cristo.