16/12/2020
Las águilas reuniéndose

Querida Iglesia sin mancha ni arruga:

Cuán agradecidos estamos hoy por todo lo que Él ha hecho y está haciendo por nosotros. Cuando nos dirigimos a Él en oración e intentamos expresar lo que hay en nuestro corazón, es imposible. Así que, como todo lo que hacemos, nos volvemos a la Palabra, pues es TODO PARA NOSOTROS.

Oh, inclinemos nuestros rostros y digamos: “Padre, te amamos. Te amamos. ¡Oh, cuánto te amamos! Te agradecemos, tanto, Señor. Oh, nuestros—nuestros pobres corazones humanos no pueden expresar lo que sentimos dentro de nosotros, de cómo Tú nos has lavado en Tu propia Sangre. Éramos extranjeros, Señor. Nosotros—nosotros amábamos las cosas del mundo, y estábamos todos—todos enredados allá afuera en las cosas del mundo, y Tú descendiste por Tu gracia y extendiste Tus preciosas manos santas a la suciedad del pecado en que estábamos, nos sacaste fuera, nos escogiste, nos lavaste, nos limpiaste, pusiste un Espíritu nuevo en nosotros, y pusiste nuestra mira en las cosas de arriba. ¡Cuánto te amamos, Señor!”

Tu SUBLIME GRACIA, Padre. Solo pensar en que TÚ nos elegiste, nos lavaste y luego nos llenaste con Tu Espíritu. Sí, Señor, ¡Te amamos!

En esta edad engañada, que no queda ninguna otra cosa en el mundo para nosotros, Señor. No queda nada para el mundo, está—está—está en el tiempo del fin. Vemos por medio de la Biblia, cada edad ha pasado. Estamos ahora en el fin, terminándose rápidamente. No pasará mucho tiempo para que Jesús venga en camino. Oh, Dios, enciende nuestros corazones, no permitas que nos quedemos quietos.

Oh, Señor, cuán agradecidos estamos de que enciendas nuestros corazones al revelarnos Tu Palabra como nunca. Podemos ver, al escuchar Tu Palabra, que estamos en el fin. Diariamente, las Escrituras se cumplen ante nuestros ojos.

Señor, desde lo profundo de nuestro corazón, esta es nuestra oración:

Y ahora, Señor, ruego que Tú tomes nuestras almas en Tu mano, lávanos, plánchanos, porque dice que Tú: “vienes por una Iglesia sin mancha ni arruga”. Permite que la plancha caliente del Espíritu Santo nos quite todas las arrugas planchándonos, y estamos listos esperando la Venida del Hijo del Hombre.

Amén y amén

El Hermano Joseph