Que las bendiciones de Dios estén con ustedes en esta Navidad.
Santo y bondadoso Dios, Quien nos dio el Regalo más grande que este mundo ha conocido, al Señor Jesucristo; venimos humildemente a Ti, esta noche, en agradecimiento y expresando desde nuestro ser más interno, las profundas adoraciones de nuestro corazón, a Ti, por este maravilloso Regalo. No tenemos nada que dar a cambio. Y fue muy poco lo que Tú pediste, solo: “Venid a Mí, todos los que estén cansados y cargados, y Yo les quitaré sus cargas y sus pecados, y los haré libres”. ¡Oh, que intercambio! Nadie pudo hacer eso sino solo Tú, Padre nuestro. Y te agradecemos que hayas hecho esto por nosotros. Y somos testigos Tuyos en esta hora, de que has quitado nuestras cargas y pecados, y en su lugar nos has dado gozo y paz. Cuán agradecidos estamos, Señor, por esta experiencia Cristiana interna, la Navidad en nuestros corazones. Estamos muy contentos por esto. Estamos muy contentos de saber que estamos viviendo en el día del fin, cuando vemos las señales viniendo de nuevo como en aquel día, de Su llegada. Humillamos nuestros corazones en Tu Presencia, ¡oh, Gran Ser Noble! Permite que Tu Espíritu reine soberanamente en nuestro corazón, en nuestras vidas. Y fortalécenos, desde adentro hacia afuera, para que podamos ser siervos Tuyos en esta gran y oscura hora que el mundo enfrenta hoy.
Te presentamos esta lectura de Tu Palabra, Señor, con este único propósito, que, de Aquí, el Espíritu Santo quizás presente un contexto que sea suficiente, en esta noche, como un Mensaje de Navidad para Tu pueblo expectante. Y estamos esperando en Ti. Señor, circuncida los labios que hablarán y los oídos que escucharán. Y da poder y pon Vida en las Palabras que saldrán, para que puedan quizás traernos a un mejor conocimiento del Señor Jesús. Porque lo pedimos en Su Nombre. Amén.
El Regalo envuelto de Dios (60-1225)