Me llamo Gindo Malukelo Leon, su hermano en el Señor y pastor de la iglesia Cristiana de Mobeka, ubicada junto al río Congo. Me gustaría relatarles un testimonio concerniente a la protección que nos brindó el Señor cuando íbamos a establecer la primera biblioteca del profeta en mi aldea.
El pastor Manze, bibliotecario de VGR y pastor de Lisasa, me invitó a su ciudad para recoger un cargamento de libros del Mensaje y cintas para establecer un centro secundario de VGR en Mobeka. Aunque es una aldea pequeña, en sus alrededores viven bastantes creyentes y muchas personas que aún no han escuchado al profeta. Era muy necesaria una biblioteca donde la gente pudiera recibir el Mensaje.
Viajar a la oficina de VGR es peligroso y difícil, pues a Lisasa solo se puede acceder en canoas cavadas de árboles, remando 213 kilómetros por el río Congo. En ese entonces se libraba una guerra; por tanto, corríamos más riesgo. El Señor nos protegió y, tras muchas horas en la canoa, el Pastor Manze finalmente recibió en Lisasa a mis cuatro compañeros de viaje.
Decidimos quedarnos el domingo y volver a Mobeka a la mañana siguiente. Durante el servicio dominical matutino, en la iglesia del pastor Manze, recibimos una profecía de parte del Espíritu Santo concerniente a nuestro regreso. El hermano declaró que necesitábamos oración, pues el diablo había tendido trampas en el camino de vuelta. El pastor Manze junto con su asistente oraron por nosotros.
El lunes por la mañana, cargamos la canoa con dieciocho cajas de material: dieciséis contenían libros del Mensaje en francés y dos de las cintas. Entonces emprendimos la jornada de regreso a Mobeka. Remamos todo el día de camino a casa.
Como a las 7:30 p. m., aproximadamente a 100 kilómetros de Lisasa, nos acorraló un grupo de piratas. También iban en canoas, pero estaban armados con lanzas y machetes. Creyeron que en las cajas trasportábamos objetos de valor o dinero.
Cuando estaban a punto de asaltarnos, varios hipopótamos emergieron repentinamente y empezaron a volcar y hundir sus canoas. Había muchos piratas, por lo que otros continuaron persiguiéndonos. Los hipopótamos no dejaban de atacarlos y volcaron más canoas.
Al ver todo el daño que causaron, los demás piratas se rindieron y regresaron a ayudar a sus camaradas. Entretanto logramos escapar en medio de la oscuridad. Conseguimos llevar el cargamento hasta Mobeka, donde se distribuyó entre las iglesias de la zona. Agradecemos a Dios, nuestro Señor Jesucristo, por habernos protegido y enviado una profecía de lo que ocurriría.
El Hermano Gindo Malukelo, bibliotecario de VGR y pastor de la iglesia Cristiana de Mobeca