18/01/2017
No tengo mayor gozo

4No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad.

3 Juan 1:4

Como Cristianos, libramos una batalla diaria contra el incesante bombardeo del mundo, la carne y el diablo, a fin de creer las promesas de Dios. La batalla más grande no se aplaca, sino que parece intensificarse cuando nos acercamos a nuestra victoria. En II de Corintios 2:14, Pablo nos recuerda que Dios, en Cristo, “nos lleva siempre en triunfo” sin importar dónde estemos. ¿Cómo logramos que más de esos triunfos y victorias se manifiesten en nuestra vida? Al permanecer en la Palabra todos los días.

Esas victorias se consiguen de muchas formas. En ocasiones tenemos que defender lo que sabemos que es correcto, pero en otras solo presenciamos al Señor defendiéndolo por Sí mismo. Esta vez la Hermana Francis sintió gozo al ver que su hija de dos años ya posee un fundamento sólido que se ha consolidado gracias a la enseñanza piadosa que recibe en casa.

Siento gozo en compartir este breve testimonio con todos ustedes. El Hermano Branham nos enseña a aplicar la señal y a presentarla juntamente con nuestras oraciones. Diariamente oro para que Dios bendiga a mis niños y unja sus oídos y sus ojos. Siempre agradezco a Dios por Su Palabra verdadera, pues el Ángel del Señor acampa alrededor de los que Le temen.     

Hoy mi cuñada estacionó en la entrada y mis dos pequeños corrieron a su encuentro. Subieron al auto para jugar con su tía, así que los dejé divertirse un rato, hasta que ella colocó música e intentó animarlos a bailar. Me acerqué, puesto que se debe aplicar la señal, y al asomarme por la ventana la escuché pidiéndole a Aurora, mi niña de dos años, que bailara. Lo que pasó después fue asombroso. Mi hija no movió ni un músculo, sino que, en lugar de escuchar a su tía, la miró, se acercó al radio y le bajó todo el volumen.      

¡Vaya!, me dejó admirada. Así que le pedí amablemente a mi cuñada que no incentivara eso. Me sentí tan orgullosa de ella, pues las Escrituras dicen en III de Juan 1:4: “No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad”.

La Hermana Francis