04/02/2020
La promesa de sanidad

Recibimos este testimonio de parte de un hermano de Canadá que sufría de una enfermedad dolorosa en el pecho.

Me gustaría compartir mi testimonio con la Novia de Cristo para la gloria de nuestro Dios. En enero del 2019, noté que la parte izquierda de mi pecho estaba inflamada y tenía una sensación de comezón constante. A lo largo del día el dolor se incrementó más y más. A los tres meses, en marzo del 2019, no pude soportarlo más y finalmente decidí ir a urgencias.

La médica me realizó varias ecografías y luego habló conmigo. Me comentó que los resultados debían enviarse a un especialista, ¡pero no me explicó cuál era la enfermedad! Dijo que podía regresar a casa y que su asistente me llamaría para programar una cita.

En abril, me programaron una cita con el especialista para mayo del 2019. En ese momento, la parte izquierda de mi pecho se había hinchado tanto que parecía el seno de una mujer, y me rascaba constantemente por la picazón.

En mayo, fui a donde la especialista y ella me examinó. Me dijo: "Señor, la enfermedad que Ud. padece no puede ser tratada con medicamentos; necesita cirugía. No estoy capacitada para ese tipo de cirugía, así que lo remitiré a otro especialista. Además, su seguro no cubrirá esta operación, por lo que deberá pagarla. La cirugía será en tres meses (en agosto). Antes de que se vaya, tendrá que someterse a estos exámenes: ecografía, mamografía, etc”. Me hice todos los exámenes y programamos la cita para el 28 de agosto del 2019.

Cuando llegué a casa medité en lo que el Hermano Branham dice: que la enfermedad sólo es un demonio y que Dios es Aquel que sana. Entré a branham.org para encargar un paño de oración y encontré un artículo del Hermano Joseph donde le pedía a la Novia que orara a diario, tres veces al día, conforme a la recomendación de nuestro profeta, el Hermano Branham, en el sermón 59-0419A. Orar por nuestra enfermedad y por este ministerio me infundió mucho animó. Todos los días oraba por mi problema, por todos nuestros seres queridos que también están enfermos y por este ministerio.

A principios de junio, recibí mi paño de oración y apliqué las instrucciones del profeta William M. Branham. En el momento en que puse a sonar la cinta, el profeta dijo: “Ahora, inclinemos nuestros rostros. Y si Uds. están escuchando por la radio, y tienen sus pañuelos allí, solamente pongan sus manos en ellos, mientras oramos” (59-0419A). Después de la oración del profeta, continué con mi día normalmente, sin dejar de orar tres veces al día.

Pasaron los días y cada vez que salía de la ducha, me miraba en el espejo para ver si estaba mejorando. Un día, recordé un artículo que se publicó en la página web de VGR. En ese testimonio, el Hermano Branham había orado por una hermana y ella se fue a su casa, pero todos los días se miraba en el espejo para ver si su enfermedad había desaparecido. Otra hermana le dijo que dejara de hacerlo, pues el Hermano Branham había orado por ella y ya estaba sana. Amados, llegó el día de la cita (28 de agosto del 2019) y entré a ver al médico, donde debían practicarme más exámenes y entregarme los resultados de los de mayo.

La médica me recibió en el consultorio y me examinó, pero notó que ambos lados de mi pecho estaban del mismo tamaño, sin inflamación en el lado izquierdo. Sacudió la cabeza y miró los resultados. Entonces dijo: "Señor, ¿Ud. qué hizo? ¡Hasta los exámenes anteriores son negativos! No, no, no puedo creerlo. Tendrá que hacerse todos esos exámenes de nuevo y lo llamaré en un mes".

Un mes después, me llamó, pero no pude contestar el teléfono, así que dejó un mensaje de voz que decía: “Señor, ya no necesita volver, Ud. no tiene nada”. Desde ese momento tengo perfecta salud. BENDITO SEA POR SIEMPRE EL NOMBRE DE NUESTRO SEÑOR.

Su Hermano Jean,

Canadá