Vivimos en un tiempo serio y sombrío. Tal como el Señor Jesús declaró Sus últimas Palabras a Sus discípulos en la Última Cena antes de ser crucificado, el Hermano Branham nos dejó con Comunión antes de partir a encontrase con el Padre.
El Tabernáculo de Tucson
El servicio de la Comunión es algo muy especial para todos nosotros. Es un momento de reflexión en el que examinamos nuestras vidas y hacemos todo lo posible para enmendar todo. ¿Le guardamos rencor a alguien por lo que sea que nos hayan hecho? Si ese es el caso, entonces hagamos las paces de inmediato. ¿Hay pecado en alguna parte de nuestras vidas? Entonces comprometámonos a no volver a pecar. ¿Hay ALGO que nos impida a nosotros o alguien más progresar en la caminata con el Señor? Esta es la hora de corregir todos los errores, antes de que el pan y el vino toquen nuestros labios.
Asimismo es un tiempo de servicio, en el que lavamos los pies de los santos. Debemos orar los unos por los otros como nunca antes. Mientras Satanás merodea por este mundo como león rugiente, nuestras oraciones por los demás llegan a Dios como un olor grato. El profeta nos dijo que estas oraciones son el arma más poderosa que se ha puesto en las manos del hombre.
Esta puede ser nuestra última oportunidad. Lo más seguro es que será la última vez que algunos de nosotros tengamos. Si el Señor tarda y alcanzamos a tener otro servicio de Comunión, algunos de nuestros hermanos y hermanas habrán partido a encontrarse con el Señor en el transcurso de ese tiempo.
Hermanos y hermanas de todo el mundo, esperamos que esta semana sea un serio recordatorio de lo que nuestro Señor Jesús hizo por nosotros en el Calvario y lo que Él nos exige hoy en día.
A medida que nos preparamos para la Comunión, también esperamos con expectativa otra cena que disfrutaremos todos juntos, en la que nuestro Señor Jesús se detendrá junto a cada persona sentada a la mesa de la Cena de las Bodas para secar nuestras lágrimas. Este mundo es una prueba para todos nosotros, pero no se desanimen, ¡Jesucristo ha vencido al mundo!
No pierdan la fe, nuestros queridos amigos. TODOS estamos unidos en estas últimas horas del tiempo. ¡Los amamos!
Las siguientes son unas citas sobresalientes del sermón que tanto apreciamos: Comunión.
23 Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan;
24 y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí.
25 Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí.
26 Así, pues, todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga.
27 De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor.
28 Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa.
29 Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí.
30 Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen.
31 Si, pues, nos examinásemos a nosotros mismos, no seríamos juzgados;
32 mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo.
33 Así que, hermanos míos, cuando os reunís a comer, esperaos unos a otros.
34 Si alguno tuviere hambre, coma en su casa, para que no os reunáis para juicio. Las demás cosas las pondré en orden cuando yo fuere.
Yo creo hemos visto lo suficiente en el día en que vivimos para que debamos verdaderamente dar (cada parte) todo nuestro ser a Dios. Deberíamos—deberíamos en verdad servir a Dios. Yo creo que Él nos ha bendecido con la respuesta directa a la Escritura.
Ahora vamos a guardar algo aquí que es muy sagrado.
Ahora, solo tenemos tres órdenes Divinas físicas que se nos han dejado: una de ellas es comunión; el lavamiento de pies; el bautismo en agua.
Yo creo que nadie tiene el derecho de tomar la cena del Señor hasta que haya aceptado la Palabra del Señor en su corazón.
“Bienaventurado el que cumple todas Sus ordenanzas, guarda todos Sus estatutos, todos Sus mandamientos, para tener derecho a entrar al Árbol de la Vida”.
Finalmente, se repetía una y otra vez; siguió repitiéndose una y otra vez hasta que se volvió una tradición. Los mandamientos de Dios se volvieron una tradición para la gente.
Ud. no toma la cena del Señor como una tradición. Ud. la toma porque es el amor de Dios que está en su corazón, en guardar los mandamientos de Dios. Vean, por eso es que Ud. la toma.
Pero bien adentro también había otra Naturaleza presente (¿ven?), predestinada; estaba allí adentro por Dios. En este mismo cuerpo (¿ven?), dos naturalezas allí.
Ahora, esa antigua vida fue perdonada, puesta en el mar del olvido de Dios, para nunca más ser recordada en mí contra. ¿Ven? Ahora nos paramos justificados, como si nunca hubiéramos pecado, ante la Presencia de Dios.
Y entonces, realmente este es el enfrentamiento. Entonces si Ud. no lo hace, no tiene Vida; si lo—lo hace indignamente, es culpado del Cuerpo del Señor.
Es una revelación de que formo parte de Él y formo parte de Ud., y que lo amo a Ud. y lo amo a Él, y que estamos reunidos tomando esto como símbolo de nuestro amor por Dios y nuestro amor y compañerismo el uno para con el otro.
Pero tomar el cuerpo del Señor Jesucristo en esta comunión no significa que esa comunión es el cuerpo literal de Cristo.
Ahora, es el mismo caso cuando venimos a tomar la cena del Señor: que debemos venir sabiendo lo que hacemos. Así como cuando Ud. entra a las aguas para ser bautizado en el Nombre de Jesucristo, Ud. sabe lo que hace: Ud. está poniendo en la iglesia lo que Dios ha puesto en Ud., a Cristo.
Bueno, ¿qué hará el Antitipo? Si el cuerpo de un animal sacrificado hizo eso por ellos, ¿qué hará por nosotros el Cuerpo de Jesucristo, Emanuel? Seamos reverentes cuando venimos.
Cuestionario de la Cinta del Jubileo
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