¡Saludos en el Nombre de nuestro Señor Jesucristo!
Hermanos, escribo para contarles sobre una bendición que recibí hace unos meses. Tengo que usar un audífono debido a que perdí la capacidad auditiva en mi infancia. Este dispositivo es bastante costoso, así que fue muy difícil de adquirir.
Un día, mientras estaba en la escuela, la pila del audífono se descargó por completo; por tanto, me lo quité y lo guardé en mi bolso. Al llegar a casa lo busqué en el bolso y ¡no encontré nada! Me angustié. Lo había perdido en el camino a casa.
Me arrodillé y oré; era lo único que podía hacer. Pasaron varias semanas y, debido a mi fe débil, creí que jamás encontraría el audiófono. Entonces, mi mamá me llamó ¡y me contó que lo habían encontrado!
¡Estaba en la acera, en frente de la casa de mi abuela! Es imposible que se haya perdido en ese lugar, pues estoy segura de que el día que se extravió no me encontraba en la casa de mi abuela.
Dios obra en maneras misteriosas y me siento muy agradecida por eso. De verdad que no lo merezco.
¡Gloria a Dios!
La Hermana Alana,
Brasil