11/12/2015
La simplicidad

Lo que el hombre llama grande Dios lo llama insensato, y lo que el hombre llama insensato Dios lo llama grande. Por tanto, lo que tenemos que hacer, después de todo, es regresar al programa de Dios y averiguar lo que Dios quiere que hagamos. Y la única forma que conozco de hacerlo es por la oración. La oración es la clave; es la respuesta. La oración cambia las cosas; la oración es el arma más poderosa que se ha puesto en el—el dominio de los seres humanos. No existe bomba atómica o de hidrógeno que sea tan poderosa como la oración.

Expectativas, 61-0207

El Hermano Branham nos dijo: “Algo que no podemos hacer es orar demasiado”. Si se trata de una crisis, un problema insignificante o tan solo tomar un momento para decirle al Padre que lo amamos, siempre es un momento oportuno para orar.

El testimonio de esta hermana nos recuerda bien que el Señor no olvida ninguna petición que Le hacemos. ¿Tienen alguna petición? Manifiéstensela al Padre y ¡vean lo que Él hará!

¡Saludos en el Nombre de nuestro Señor Jesucristo!

Hermanos, escribo para contarles sobre una bendición que recibí hace unos meses. Tengo que usar un audífono debido a que perdí la capacidad auditiva en mi infancia. Este dispositivo es bastante costoso, así que fue muy difícil de adquirir.

Un día, mientras estaba en la escuela, la pila del audífono se descargó por completo; por tanto, me lo quité y lo guardé en mi bolso. Al llegar a casa lo busqué en el bolso y ¡no encontré nada! Me angustié. Lo había perdido en el camino a casa.

Me arrodillé y oré; era lo único que podía hacer. Pasaron varias semanas y, debido a mi fe débil, creí que jamás encontraría el audiófono. Entonces, mi mamá me llamó ¡y me contó que lo habían encontrado!

¡Estaba en la acera, en frente de la casa de mi abuela! Es imposible que se haya perdido en ese lugar, pues estoy segura de que el día que se extravió no me encontraba en la casa de mi abuela.

Dios obra en maneras misteriosas y me siento muy agradecida por eso. De verdad que no lo merezco.

¡Gloria a Dios!

La Hermana Alana,

Brasil