05/01/2017
Un extraño misterioso

El siguiente artículo corresponde a la edición de invierno del 2010 de la revista Capta la Visión:

No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles.

Hebreos 13:2

Era una mañana lluviosa de febrero del 2004 en Lubumbashi, República Democrática del Congo. Salém disponía de mucho tiempo en aquellos días, que ocupaba principalmente intentando decidir qué hacer. En la soledad de su apartamento, las horas se trasformaban en días mientras se sentaba a reflexionar en los acontecimientos recientes y las heridas del pasado. A su padre lo mataron a disparos cuando su madre estaba embarazada, la cual murió al momento de su nacimiento. Su tío lo acogió y lo crio como hijo suyo en una familia musulmana. Con la condición de que estudiara, le compró un apartamento mientras cursaba su carrera de medicina en una universidad local. En ese entonces, estaba decepcionándolo; acababa de perder dos materias y abandonar sus estudios. Sencillamente sentía que no podía continuar.

De repente volvió en sí cuando escuchó que tocaron a la puerta. “¿Quién puede estar afuera con este clima?”. En el portal se encontró con un hombre alto, atlético y fornido. El extraño de tez oscura parado en la entrada le preguntó si podía comentarle algo. Su carro se había quedado sin combustible y se preguntaba si Salém podía ayudarlo con 10 dólares para la gasolina. A cambio del dinero, él podía darle su reloj. Salém era un musulmán estricto, pero recordó que tenía esa misma cantidad en una Biblia que le había regalado un estudiante Cristiano hacía seis meses, con el fin de alejarlo de sus raíces musulmanas.

Invitó a entrar a su visitante mientras iba por la Biblia. En esos días terminó leyéndola a causa del aburrimiento, aunque no entendía casi nada y dibujaba signos de interrogación en todas las páginas. Para él solo se trataba de un libro cualquiera. Sabía que los Cristianos se mofaban de su libro sagrado al vivir impíamente y descreer. Recordaba que él y su tío, un musulmán inflexible, se burlaban de los valores morales decadentes de los Cristianos y consideraban que los musulmanes eran mucho más piadosos. ¿Por qué se convertiría al Cristianismo?

Regresó con la Biblia y la abrió para sacar el dinero. Entonces el extraño preguntó: “Veo que tiene una Biblia. ¿Entiende lo que está escrito allí?”. Él contestó: “No”, y le explicó que era musulmán y que un amigo Cristiano se la había dado. “¿Quiere tomar café antes de marcharse?”, le propuso Salém. El visitante aceptó y, cuando Salém regresó con el café, abrió la Biblia en el capítulo 61 de Isaías, donde el profeta escribió con respecto al ministerio de la venida de Jesús.

El visitante habló con tanta autoridad que Salém quedó maravillado. Las horas pasaron y, cuando Salém observó el reloj, ya marcaba las tres de la tarde. El hombre le explicó cada escritura que había marcado con un signo de interrogación. A las cuatro en punto, Salém preparó algo de comer con la intención de no dejar ir a su visitante. Dentro de poco anocheció y él le pidió que se quedara. Al día siguiente su asombroso compañerismo continuó y el visitante no dejó ninguna duda sin resolver. El carro estacionado en la calle se olvidó. Parecía que el hombre nunca acudió con ese propósito, sino a enseñarle a él las Escrituras.

El visitante misterioso sorprendentemente se quedó cinco días ilustrándole cada libro de la Biblia. En la mañana del sábado, lo bautizó en el Nombre del Señor Jesucristo allí mismo en la bañera del apartamento. Después de bautizarlo, el extraño le presentó el Mensaje del tiempo del fin. A diferencia de otros ministros del Mensaje que conoció después, este visitante se basó en Mateo 24:27 para contarle del mensajero de los últimos días y enlazó esa venida del Señor con el tiempo del fin. Esa mañana, antes de partir, le apuntó varios títulos del Mensaje (Una exposición de las siete edades de la Iglesia, La revelación de los Siete Sellos, Las setenta semanas de Daniel, entre otros) y le indicó cómo conseguirlos. Le aconsejó: “Si quieres saber la voluntad perfecta de Dios, escucha las cintas”.

Desde su bautismo, Salém adoptó el nombre Mardoqueo. Cuando le preguntó al visitante a qué iglesia asistir, él le dio el sermón El lugar provisto por Dios para la adoración. Antes que se marchara, el Hermano Mardoqueo le preguntó su nombre, a lo que respondió: “Mr. Le Pasteur Lys”, que significa ‘el Sr. Pastor Lirio’. Al salir no se llevó los 10 dólares que pidió. Reconsiderándolo, el Hermano Mardoqueo nunca vio el auto que mencionó el visitante. Este hombre sencillamente estaba “en los negocios del Padre”. Él ha buscado al extraño misterioso por todo el Congo y aun no lo ha encontrado. Desde que se volvió Cristiano, su tío musulmán lo ha rechazado, pero Dios lo halló y lo acogió. Hoy en día, el Hermano Mardoqueo vive en Namibia y ama el Mensaje con todo su corazón. Dedica horas seguidas a escuchar al profeta y leer los libros aquí en la biblioteca de Vinjuc. 

Gracias a todos los creyentes por sus esfuerzos, su dedicación al Mensaje del Señor de esta edad, sus aportes financieros y su afán por la salvación de las almas. Los frutos de su labor se perciben notablemente aquí en Namibia.

Los Hermano Arthur y Marius (administrador y asistente de la oficia, respectivamente)

Oficina de VGR de Vinjuc, Namibia

Antes de conocer al extraño misterioso, el Hermano Mardoqueo se llamaba Salém. Hace poco se mudó a Dinamarca con su familia y sigue esforzándose por difundir el Mensaje a dondequiera que va.

Con razón Jesús dijo: “Considerad los lirios, cómo crecen; no trabajan, ni hilan; mas os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos”.

Entonces el lirio estaba revelando a Cristo. Él fue llamado “el Lirio del Valle”, “la Rosa de Sarón”. ¿Lo ven?

El Sr. Lirio, el pastor Lirio, es un maravilloso instructor—un maravilloso maestro de la Biblia; el Sr. Lirio lo es; él se adentra en lo oscuro, el lugar oscuro; él emerge de las tinieblas de la tierra. ¿Para hacer qué?, ¿glorificarse? Para glorificar todo lo que entre en contacto con él.

Apocalipsis, el libro de los símbolos (56-0617)