14/01/2016
Distribución en Portugal

El Hermano Gerald Buitenkamp y su equipo nos llevan a Lisboa, la capital de Portugal, donde están difundiendo las Buenas Nuevas y entregando material muy necesario a los creyentes.

Antes de aterrizar en el aeropuerto de Lisboa, escuché una cinta en el avión: El Verbo se hizo carne (Informe del viaje a la India), 54-1003. En los párrafos 5 y 6 de la cinta, el Hermano Branham menciona que desde hacía mucho tiempo no tenía una reunión tan buena como en su estadía en Lisboa, Portugal. Él comentó que era una nación cien por ciento católica, pero que “en medio de todo eso, el Señor derramó Su Espíritu en las congragaciones”. Cuando escuché esas palabras, poco antes de llegar, me llené de ánimos.

Era la primera vez que aterrizábamos en Lisboa; aunque el año pasado hicimos un viaje misionero a la ciudad de Oporto, ubicada a unos cientos de kilómetros norte de Lisboa. Muchas veces no sabemos por dónde empezar cuando llegamos a un país y nos encontramos con los transeúntes. Estábamos bien equipados con los nuevos tratados tan hermosos para testificar que VGR ha traducido a varios idiomas. Cuando empezamos a testificar allí mismo en el aeropuerto, la primera persona que abordé, recibió gustosamente la tarjeta y sonrió al contemplar la llamativa tarjeta en portugués que dice: “En el Nombre… ¿Cuál es el Nombre?”. Le señalé la dirección del sitio web que está al reverso de la tarjeta y ella asintió con la cabeza; supe que comprendió que debía visitar el sitio web. Mientras repartíamos los tratados por donde pasábamos, nos dimos cuenta de que esta nueva herramienta de evangelizar es muy eficaz para testificarle a cualquier clase de persona.

Estas nuevas tarjetas despiertan mucho el interés en un país católico. Un individuo que recibió la tarjeta que muestra el retrato de Cristo por Hoffman, sonrió y comentó: “¡Oh, Jesucristo!”. En muchas ocasiones escuchamos la palabra obrigado (‘gracias’ en portugués).

Nos topamos con gente de todos los lugares del mundo que se originaron de las antiguas colonias portuguesas. Pudimos testificarle a gente de Angola, Brasil, Nigeria, Guinea Ecuatorial y de las islas portuguesas, tales como Azores, Madeira, Cabo Verde y Santo Tomé y Príncipe.

Cuando llegamos a la casa de los creyentes, todos estaban esperándonos con expectación. Habíamos contactado con un hermano de Nigeria y su esposa que pidieron que los bautizáramos, y cuando llegamos conocimos a otra hermana que sabía del Mensaje y también quiso bautizarse ese día.

Decidimos dirigirnos directamente al agua y bautizar a los tres en el Nombre del Señor Jesucristo, allí mismo en el océano Atlántico. Seguro pueden imaginarse cuán extrañados se veían los transeúntes por lo que estaba pasando, bautismos en el océano. En el campo misionero uno debe arreglárselas con lo que tiene al alcance; nunca se sabe a qué atenerse o cómo resultará la situación. No siempre contamos con comodidades, instalaciones y demás. Pero una cosa es cierta, como dijo el Hermano Branham: “Un alma vale más que diez mil mundos”. Le agradecemos al Señor por traer algunas almas más que han aceptado la Palabra de Dios y han sentido el deseo de bautizarse de la forma correcta, mediante el bautismo en agua como la Palabra nos instruye.

El domingo nos reunimos en la casa de los nuevos creyentes y escuchamos juntos el Mensaje del Jubileo, El Rapto, y leímos el texto en subtítulos en portugués desde nuestro portátil. Nos congregamos en una sala humilde en Lisboa, Portugal, junto con unos cuantos creyentes que querían reunirse a escuchar la Voz de Dios. ¡Vaya, qué mensaje tan poderoso! Fue tan oportuno que hace 50 años el Hermano Branham hablara de la visita que el papa acababa de hacer a Estados Unidos paralelamente con el oscurecimiento de la luna. Recientemente el Papa volvió a visitar Estados Unidos y acontecieron los eclipses de las lunas de sangre. Esto sin duda nos muestra la hora en la que hoy vivimos. Independientemente del lugar del mundo donde vivamos, ¡Él aún es Hebreos 13:8! ¡Él está hablándole a Su Novia!

Todos recibimos una bendición maravillosa. Antes de marcharnos, nos aseguramos de suminístrale material en portugués a cada uno. Se percibía en el ambiente la emoción que causaron todos los mensajes que les entregamos. Estábamos equipados con suficiente material en portugués: los nuevos tratados de testificar, todos los libros disponibles en portugués y tarjetas microSD, entre otros. También llevamos literatura para niños, como La madre zarigüeya, Las huellas del profeta y las revistas de Cub Corner. ¡Todo lo recibieron gustosamente!

También buscamos algunas direcciones de nuestra lista de correos y en una ocasión terminamos en un paraje campestre algo remoto, elevado en las montañas a gran distancia de la cuidad. Cuando llegamos, no había nadie en la casa. Así que empezamos a indagar con los vecinos y los habitantes de la zona; pero, al parecer, nadie sabía quién vivía en esa antigua cabaña, que parecía el lugar más pobre del pueblo. Todos nos respondían que seguramente nos equivocamos de dirección, pero convencimos a cada uno de que esa era la dirección correcta y les explicamos que queríamos hablar con el habitante de esa casa.

Finalmente, pasó un hombre que entendía un poco de inglés y le preguntamos si conocía a la persona que vivía en esa casa. Bueno, por casualidad, conocía a uno de sus hermanos, que vivía un poco más abajo de la carretera.

Cuando llegamos a la vivienda donde nos guio, lo único que mencionamos fue: “William Branham, Jeffersonville, Indiana” (no sabemos portugués en absoluto). Al propietario de repente se le iluminó el rostro, al parecer, ¡entendió! Sí, él sabía del Mensaje del Hermano Branham. El hombre que nos guio tuvo que marcharse, pero antes preguntó: “A fin de cuentas, ¿quiénes son ustedes?”. Contestamos que somos Cristianos. ¡Oh!, él comentó que no quería nada de Dios y también dijo que si Dios existe, ¿por qué permite que todas esas guerras y pestilencias azoten el mundo? En fin, él no tenía nada bueno que decir y empezó a decir malas palabras y que solo creía en sí mismo. A pesar de todo lo que dijo, le pedí que nos sirviera de intérprete para comunicarnos con el hermano portugués. Me sorprendió que al final terminó ayudándonos.

Cuando estamos en el campo misionero, no todo marcha como esperamos. Nos encontramos bajo circunstancias que no siempre son edificios bonitos ni condiciones perfectas. A mi forma de ver, esto se asemeja a lo que el Hermano Branham contó sobre las condiciones de vida que vio en la India. Cuando regresó a casa, tardó varios días en sobreponerse a todo lo que presenció en las calles de la India.

El hombre que conocimos tenía una apariencia ruda y nos contó que toca en una banda de música rock y que aprendió inglés escuchando música. Le agradecimos por su ayuda. Supongo que quedó sorprendido porque no nos molestamos por lo que contestó. Más tarde, él pasó junto a nosotros en su carro ¡y nos deseó un buen día! Seguía sonriendo cuando se marchó.

Agradecimos al Señor por enviarlo, pues sin él jamás habríamos encontrado a la persona que buscábamos. Dios ciertamente obra en maneras misteriosas.

Le hablamos a nuestro hermano sobre la tarjeta microSD que íbamos a instalar en su teléfono inteligente. Él en realidad estaba pasando por una situación desesperada y el Señor nos permitió encontrarlo en el momento apropiado. Además dejamos un material para él y su hermano, quien no tenían nada de material del Mensaje.

Nos alegró mucho que el Señor hubiera enviado a ese individuo que nos ayudó a encontrar a estas personas; de lo contrario, nunca los hubiéramos contactado.

Otro hermano que conocimos, originario de Brasil, estaba gozoso y nos agradeció por los nuevos tratados. Nos contó que desde hace mucho tiempo estaba interesado en la obra misionera, pero que no tenía material de testificar. Le dijimos que podía instalar una mesa y exhibir algunos tratados; de esta forma los transeúntes podían llevárselos.

Agradecemos al Señor por todas las oportunidades que tuvimos de compartir el Mensaje con todos los que encontramos en el camino.

Dios los bendiga,

Los Hermanos Gerald y Timothy Buitenkamp

Oficina de VGR de Europa

Fotografías