21/01/2020
Una entrevista con el reverendo Branham, parte 2

Ayer publicamos la primera parte de la entrevista del Hermano Branham dirigida por Gordon Lindsay en 1954. Esta es la segunda parte:

PREGUNTA: Hermano Branham, el diablo siempre tiene sus falsificaciones. El espiritismo, que obviamente es del diablo, pretende revelar cosas ocultas de la vida de una persona y quizás, en algunos casos, puede lograrlo. ¿Es cierto que el obrar de la Palabra de Ciencia y del Don de Discernimiento de Espíritus deben diferenciarse claramente de las manifestaciones del espiritismo, ya que estos exponen el pecado que no está cubierto por la Sangre de Jesús, y también advierten al negligente que debe servir a Cristo con todo su corazón, si desea recibir y conservar su sanidad? ¿¡No es esto algo muy diferente del espiritismo!?

EL HERMANO BRANHAM: Sí, Hermano Lindsay, es muy diferente del espiritismo. Si regresamos al Antiguo Testamento, vemos que Dios, cuando habló por medio de los profetas en días pasados, a menudo reveló los pecados de los individuos. Así ocurrió cuando Elías se encontró con Acab. Cuando David se encontró con el profeta, sus pecados le fueron revelados. El don de Dios es el original. La falsificación que el diablo usa en el espiritismo es simplemente un engaño, una falsedad, una imitación de lo real.

Si el pecado está bajo la Sangre, notarán que nunca se menciona. El Espíritu Santo nunca lo expondrá. Pero si hay un pecado sin confesar en la vida de una persona —un pecado que le asedia o algo que le impida ser sanado—, será revelado.

De cierto modo, creo que el propósito de mi ministerio es preparar el camino para otros que vienen, para que la gente pueda saber —cuando vienen por su sanidad— que deben confesar sus pecados y arreglarse con Dios, si quieren obtener la liberación. Cuando nuestro Maestro se encontró con la mujer en el pozo, le pidió que le diera de beber. Él fue directo al grano y le dijo que buscara a su esposo, así reveló una situación que le impedía a ella beber del Agua que Él le había ofrecido. Jesús dijo: “Las obras que yo hago, él las hará también” (Juan 14:12). Y, hoy, este ministerio solo es una continuación de las obras de Cristo por medio del Espíritu Santo. No tiene ninguna conexión con el espiritismo. Estoy seguro que Uds. han notado que los espiritistas que vienen a nuestras reuniones son condenados.


PREGUNTA: En vista de los grandes milagros de sanidad que acontecen en su ministerio —como la sanidad del excongresista Upshaw, que no pudo caminar por su cuenta durante 66 años— creemos que la autenticidad de su ministerio no puede ser desafiada con éxito. Esta es nuestra pregunta: notamos que en muchos casos usted declara la sanidad de un individuo. En muchos de esos casos, se demuestra después mediante una investigación que la persona sí recibió sanidad. Sin embargo, ¿afirmaría que debido a esta declaración es imposible que esa persona pierda su sanidad y enferme de nuevo?

EL HERMANO BRANHAM: Sí, es posible que la persona pueda perder su sanidad y volver a enfermar, pues la sanidad Divina se basa completamente en la fe. Por esta razón, si alguien descreyera la Palabra de Dios que fue hablada en las Escrituras, podrían adquirir nuevamente su enfermedad o recaer en el pecado. Yo mismo soy secundario, pero la Palabra de Dios hablada por un Don a través de mí es la Palabra de Dios para el individuo. Pero, si esa persona permite un pensamiento supersticioso, o permite que el diablo ponga duda en su corazón, la Palabra de Dios no tendrá ningún efecto en él.

No todos los enfermos que buscan sanidad son sanados, así como no todos los que vienen a ser salvos son salvos. A veces veo la muerte alrededor de la persona. Pero aun cuando la muerte está cerca, la oración cambia las cosas. ¿Recuerda la vez que el Profeta Isaías le dijo al Rey Ezequías que pusiera su casa en orden, pues iba a morir? Pero el rey volvió su rostro a la pared y lloró amargamente, y le pidió a Dios que lo perdonara. Dios escuchó el clamor, y le envió la Palabra de su sanidad, lo cual cambió el programa.

Hay demasiada ignorancia cuando se trata de asuntos prácticos y reales concernientes al ministerio del Espíritu. Por ejemplo, muchos suponen que, si ocurre un milagro, Dios seguramente lo terminará en cada caso. Pero está el caso de Pedro, al caminar sobre el agua —claramente un milagro—; pero en el momento en que su fe vaciló, comenzó a hundirse.


PREGUNTA: Hermano Branham, ¿le importaría informarnos cuáles son sus planes para los próximos seis meses? Estoy seguro de que a muchos les gustaría saberlo.

EL HERMANO BRANHAM: Hasta donde yo sé, voy a estar cinco noches, después de la reunión aquí en Shreveport, en la ciudad de Nueva York en el St. Nicholas Arena. De allí me voy a África, regresaré a principios de año, si Dios quiere. Entonces dependo del Espíritu Santo para que me guíe en el futuro.

Algunos me han escrito para preguntarme si tengo la intención de dejar el ministerio, puesto que he dicho que no tendría un itinerario después del primero del año. Como dijo Pablo de antaño: "¡Ay de mí!, si no predico el Evangelio", o si no cumplo con los deberes que Dios me ha encomendado aquí en la tierra. Muy por el contrario, creo que Dios me concederá un ministerio más grandioso que el que he tenido, algo más que sobrepasará este avivamiento actual. Tengo la intención de ir a casa, estar a solas con Dios y averiguar cuál es el siguiente paso, no dejar el ministerio. Siento que el tiempo final está cerca y deseo averiguar cuál es la voluntad de Dios, y oro para que Dios lo revele, y también para que la Iglesia se pueda convertir en una Iglesia mejor y más fuerte en las cosas espirituales como nunca antes.