27/02/2019
Oh, qué gozo

3 Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos,

4 Para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros,

5 que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero.

6 En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas,

7 Para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo,

8 A quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso;

1 Pedro 1:3-8

Las Palabras de Dios fueron grabadas por una razón. Lo que leemos en la Biblia no es solo una colección de historias y profecías; lo que leemos allí debe aplicarse a nuestra vida. Con el Mensaje del Hermano Branham es igual; fue grabado por un propósito, el cual es aplicarlo a nuestra vida. No importa si es doctrina sobre el bautismo o un simple testimonio de sanidad. ¡Podemos reclamar esas historias como nuestras!

Este exministro metodista sufría de una enfermedad muy común hoy en día, pero lo superó gracias a su fe en la Palabra.

Me llamo José Carlos Soares Souto, tengo cincuenta y siete años y con mi esposa, la hermana Beatriz Engrácia Rocha Souto, tengo 4 hijos: Pedro, Igor, Lucas y Vitor.

En mi familia, algunos hombres desde mi bisabuelo (hasta donde sé), padecieron de una enfermedad mental llamada depresión. Desconocemos las causas, pero esta enfermedad ha acompañado a nuestra familia por mucho tiempo.

Algunos pacientes adquirieron un comportamiento antisocial (fumar en exceso, no salir de casa y no poder trabajar), hasta unos se suicidaron a pesar de recibir el tratamiento y tomar los medicamentos que les prescribieron. Yo era un pastor metodista y creía que era de los que nunca contraerían esta enfermedad.

El 12 de agosto del 2005 recibí una revelación de parte de Dios que me ayudó a entender mejor la Biblia. Entonces empecé a leer los mensajes del Hermano Branham. Estaba sumamente asombrado por la confirmación Bíblica y las manifestaciones sobrenaturales que acompañaban a este ministerio. Como no me aceptaron en mi iglesia por compartir este Mensaje, retomé mi trabajo normal y pedí que anularan mi ordenación. Poco después de asistir al Tabernáculo de la Fe de Contagem (ubicado en Minas Gerais, Brazil), empecé a presentar síntomas de la enfermedad; pero nunca pensé que fuera tan terrible. Inevitablemente, empecé a seguir los pasos de los demás, hasta recurrí al tratamiento médico. Me volví antisocial y requerí un permiso por enfermedad de seis meses.

Al darme cuenta de que estaba empeorando, fui a pedirle consejo a mi pastor. El pastor Paul me alentó mucho y me dijo que nuestro Dios, el Señor Jesucristo, es el Dios Viviente y que yo tendría una experiencia real con Él. El pastor oró por mí y, desde ese momento, con el doble de determinación, empecé a fortalecer mi fe leyendo la Biblia y los mensajes del profeta Elías de nuestro día. En la noche no podía dormir, pues me sentía muy angustiado y entonces empecé a escuchar el mensaje El raro, y en los párrafos 136 y 137, el Hermano Branham hizo una declaración mientras una mujer sufría de una crisis nerviosa. El Hermano Branham dijo que sanaría, pero no en ese momento; ocurriría entre dieciocho meses y dos años. Y así fue. Esta hermana fue sanada exactamente dieciocho meses después.

Escuché este mensaje el 26 de junio del 2017 y hoy es el 26 de enero del 2019, exactamente dieciocho meses después. La única diferencia entre mi sanidad y la de esa hermana es que yo dejé el tratamiento y los medicamentos de la depresión treinta dos días después de escuchar este mensaje, el 26 de agosto del 2017, cuando fui curado por el Poder de la fe en la Palabra del Señor Jesucristo. Hoy, dieciocho meses después, decidí agradecerle al Señor compartiendo este testimonio con nuestros hermanos y hermanas de la Voz de Dios.

Le agradezco al Señor por mi pastor, mi profeta y todos los hermanos alrededor del mundo.

Gracias, Dios. Amén.