17/04/2020
Un poco de historia: yo me pararé por Él

El siguiente artículo se publicó originalmente el 31 de mayo del 2017. Esperamos que lo disfruten si no habían leído el artículo original.


Daniel Curry fue un contendiente de debates de los más influyentes a mediados del siglo XIX. Siendo teólogo metodista, editor y autor, sus amigos lo apreciaron y sus oponentes lo respetaron. También fue protagonista de una de las historias más queridas del Hermano Branham.

A continuación leerán un artículo publicado el 3 de septiembre de 1887 en el periódico The Cambridge Chronicle. Este contiene su obituario, el cual nos aporta unos cuantos detalles de la vida del Sr. Curry.

El Rev. Daniel Curry, D. D., LL. D.

La Iglesia episcopal metodista sufrió una gran pérdida con la muerte del reverendo Daniel Curry, D. D., LL. D., quien murió hace poco en Nueva York. Como teólogo, predicador, redactor y contendiente de debates, fue muy prestigioso.

Nació en 1808 en lo que ahora ocupa Cortlandville, cerca de Peekskill. Ingresó a la Universidad Wesleyana, en Middletown (Connecticut), y se graduó dos años después. En 1840 presidió una academia en Macon, Georgia. Transcurridos dos años, se incorporó a la conferencia de Georgia. En ese entonces ardía el gran conflicto en torno a la esclavitud. El doctor Curry fue abolicionista, colaborador de Garrison, Whittier y Phillip, y regresó al norte cuando se fundó la Iglesia metodista del sur.

Entró a la Conferencia Este de Nueva York, donde ejerció cargos por once años. En 1845 lo nombraron presidente de Asbury, la Universidad DePauw en la actualidad, en Greencastle, Indiana. Dos años después se mudó al este. En 1864 se desempeñó como editor de The Christian Advocate, un puesto que sostuvo hasta que en 1876 se tuvo que retirar por motivos de salud. Pasó tiempo en Europa y tras su regreso editó The Methodist, que posteriormente se incorporó a The Christian Advocate. Durante los siguientes seis años, el doctor Curry se dedicó a componer escritos teológicos. Escribió Fragments (‘Fragmentos’), Platform Papers (‘Documentos fundamentales’), una nueva edición de Clark's Commentary on the New Testament (‘Comentarios de Clarke sobre el Nuevo Testamento’) y Life of Bishop Clarke (‘Biografía del obispo Clarke’), entre otras obras. Desde 1884 hasta su muerte editó la revista The Methodist. Sus amigos lo apreciaron y admiraron, y sus oponentes lo respetaron.

Aquí hace algún tiempo, en, oh, hace como cien años, había un gran Cristiano que vivió en el suroeste de los Estados Unidos. Su nombre era Daniel Curry, un hombre maravilloso, un hombre piadoso, un hombre santo, un verdadero Cristiano, un hombre al cual todos apreciaban, una persona tan maravillosa. Y la historia dice, que él murió o entró en un trance, y dijo...mientras subía al Cielo, por supuesto, cuando él murió. Y cuando él entró por la puerta de perla, el portero vino a la puerta, dijo: “¿Quién es Ud.?”

Él dijo: “Soy el evangelista, Daniel Curry, he ganado millares de almas para Cristo. Y soy...Quiero entrar esta mañana. La jornada de mi vida terminó en la tierra, no tengo lugar adonde ir ahora”.

De esa manera va a llegarle a Ud. alguna mañana, pecador. De esa manera va a llegarle a Ud., apóstata. De esa manera va a llegarles a Uds. que han contristado al Espíritu Santo alejándolo de ellos, no siendo ya mansos y tiernos. Uds. no han llorado en años. Uds. no se han ruborizado, en yo no sé cuánto. Toda modestia se ha ido de Uds. Seguro. Pero llegará a su puerta una de estas mañanas. Y cuando llega y toca el Espíritu Santo dócil, ¿por qué no lo dejan entrar?

Así que cuando Daniel Curry llegó allí a—a—a la puerta, ellos entraron, dijo: “Veremos si su nombre está aquí”. Ellos buscaron por todas partes, no pudieran encontrar el nombre. Dijo: “No, no hay ningún Daniel Curry aquí”.

“¡Oh”, dijo él, “ciertamente!” Dijo: “Soy un evangelista”. Él dijo: “He ganado almas para Cristo”. Dijo: “He tratado de hacer lo que es correcto”.

El portero dijo: “Señor, siento decirle, pero no hay ningún Daniel Curry aquí”. Dijo: “Le diré lo que Ud. pudiera hacer”. Dijo: “Nosotros no tenemos derecho aquí para tomar su caso”. Él dijo: “Pero, ¿quiere Ud. apelar su caso? Ud. puede apelarlo en el Juicio del Trono Blanco, si quiere”. Pero dijo: “No tenemos misericordia aquí para Ud., en lo absoluto, porque no lo tenemos aquí. No hay misericordia para Ud.” Dijo: “¿Quiere Ud. apelar su caso?”

Él dijo: “Señor, ¿qué más puedo hacer sino apelar mi caso?”

Él dijo: “Bueno, entonces, Ud. puede ir al Juicio del Trono Blanco y apelar su caso allí”.

Daniel Curry dijo que él mismo se sintió yendo a través del espacio como por una hora. Dijo que entró a un lugar, se fue iluminando, iluminando, iluminando, iluminando. Dijo, que entre más lejos iba él, más se iluminaba. Era cien veces, millares de veces más brillante que lo que el sol haya brillado. Y dijo que él estaba temblando, temblando. Y dijo que cuando llegó al centro de esa Luz, él oyó una Voz decir: “¿Fuiste perfecto en la tierra?” Simplemente salió de una—una Luz.

Él dijo: “No, no fui perfecto”, se puso a temblar.

Dijo: “¿Actuaste sinceramente con todos siempre?”

Dijo: “No”. (Dijo: “Unas cuantas cosas vinieron a mi mente acerca de las cuales no fui exactamente sincero”.) Dijo: “No, yo—yo—yo creo que no fui sincero”.

Dijo: “¿Dijiste la verdad en todo caso, en tu vida?”

Dijo: “No. Yo recuerdo algunas cosas que he dicho, que no eran dudosas...que eran dudosas. Yo—yo—yo—yo nunca fui exactamente veraz”.

Dijo: “Entonces, ¿tomaste alguna vez alguna cosa que no te pertenecía, alguna cosa, dinero, alguna otra cosa que no te pertenecía?”

Dijo que él pensaba en la tierra que era bastante bueno, pero él estaba condenado. Dijo: “No. No, yo he tomado cosas que no me pertenecían”.

Él dijo: “Entonces tú no fuiste perfecto”.

Él dijo: “No, yo no fui perfecto”.

Dijo que él estaba esperando en cualquier momento que el estallido viniera de esa gran Luz donde la Paloma descansaba: “¡Condenado!” Dijo, en ese momento él oyó una Voz detrás de él, que era más dulce que cualquier voz de madre que él hubiera escuchado alguna vez. Dijo que él se dio vuelta para ver. Y el rostro más dulce que había visto, más dulce que cualquier rostro de madre, estaba parado delante de él. Y dijo que Él dijo: “Padre, Daniel Curry se paró por Mí allá abajo en la tierra. Es verdad, él no fue perfecto, pero él se paró por Mí. Él se paró por Mí en la tierra, ahora Yo me voy a parar por él en el Cielo. Toma todos sus pecados y ponlos en Mi cuenta”.

La iglesia y Su condición (56-0805)