29/02/2016
Ponerlo por obra

14 Él entonces descendió, y se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio.

2 Reyes 5:14

13 Elías le dijo: No tengas temor; ve, haz como has dicho; pero hazme a mí primero de ello una pequeña torta cocida debajo de la ceniza, y tráemela; y después harás para ti y para tu hijo.

14 Porque Jehová Dios de Israel ha dicho así: La harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá, hasta el día en que Jehová haga llover sobre la faz de la tierra.

1 Reyes 17:13 y 14

13 Entonces dijo a aquel hombre: Extiende tu mano. Y él la extendió, y le fue restaurada sana como la otra.

Mateo 12:13

¿Qué ocurre cuando entramos en acción? Encontramos ejemplos por toda la Palabra de Dios y hoy en día no ha cambiado. Cuando el profeta ordene que hagamos algo, ¡obedezcamos!

En febrero del 2007, sufrí una lesión en la cabeza mientras trabajaba. Ciertamente había un Ángel cuidándome cuando un poste de acero se cayó de la pared y me golpeó en la cabeza.

Me realizaron una tomografía y no encontraron ninguna hemorragia interna ni fracturas. ¡Gloria a Dios! Pero, a partir de ese día, empecé a sufrir de dolores de cabeza crónicos, al punto que no podía responder a las preguntas que me hacían por el dolor tan terrible. En ocasiones me causaba dolor en los oídos, el cuello y el rostro, seguido de nauseas severas.

Hace unos meses, a mediados de septiembre del 2015, estaba limpiando la casa mientras escuchaba un mensaje del Hermano Branham; entonces él llamó a aquellos que necesitaban oración y yo levanté la mano. Luego él dijo:

“Yo no puedo sanarlos, Él ya los sanó. Pónganse de pie y acepten su sanidad porque Jesucristo ya los sanó”.

¡Gloria a Dios! He escuchado varios mensajes y esas líneas de oración, pero cuando él habló, yo hice lo que me pidió. Desde ese entonces, no he necesitado inyecciones para el dolor, analgésicos, somníferos, morfina ni Gravol (medicina para tratar las náuseas, el vómito y el mareo). Solo necesitaba a mi Señor y Salvador, Jesucristo. Jesús, gracias por el Hermano Branham, un gran soldado valeroso.

La Hermana Amanda

Canadá