11/03/2020
Asistí a una reunión del Hermano Branham, parte 3

Esta es la conclusión del testimonio del ministro australiano Len Jones.

Podríamos seguir contando muchas historias de cuando él observaba la congregación y le decía a una mujer: “Ud. sufre de un envenenamiento de la sangre”, a alguien más le decía: “Ud. sufre de nerviosismo y tiene un problema en el estómago” y a otro: “Nunca necesitará una operación por ese tumor”; siempre producía el mismo efecto, pero quizás eso es suficiente.

Una mujer gritó mientras él le decía su problema, pero fue un grito de liberación y no de temor. Todos salieron de la reunión perfectamente en orden, sin alboroto. Dios se encontraba en ese lugar esa noche. Nunca pensé que vería algo semejante, aunque sí lo esperaba.

Cuando el Hermano Branham terminó de orar y bajó de la plataforma, el reverendo Gordon Lindsay de La voz de sanidad se encargó de la reunión e hizo un llamado para que los inconversos se emendaran con Dios. Después me comentó que fue muy fácil hacer ese llamado. Por todas partes levantaron las manos y una gran multitud se amontonó en la sala para rendirse al Señor sin necesidad de que les insistieran o suplicaran. Después de semejante reunión, lo único que queríamos hacer era enmendarnos con Dios y rendir todo a Él.

La gente no se marchaba; nadie quería irse a casa. Creo que fue el doctor Bob Cook, presidente internacional de los Jóvenes de Cristo, quien, luego de que le pidieran que comparara a Billy Granham con el Hermano Branham, contestó: “Billy me recuerda a Juan el Bautista y el Hermano Branham a Jesús”. Y no se trata de un reproche a Billy Granham, quien está haciendo una obra maravillosa por Dios en estos días. El punto es que son dos hombres diferentes con dos ministerios diferentes.

Hombres prominentes de todos los ámbitos consultan al Hermano Branham y muchos son sus amigos. Ha ayudado a muchas personas. Hombres de todas las denominaciones confían en él, pues él no es de la denominación. Hombres como el arzobispo anglicano de India, el doctor Stanley Jones y Kenneth De Courcey del periódico Intelligence Digest fueron algunos nombres destacados que mencionó durante nuestra conversación.

Cuando la reunión terminó, nos esperaba otro regalo: reunirnos personalmente con el Hermano Branham. El reverendo Jack Moore, ministro del Tabernáculo Vida, de Shreveport, Luisiana; Gordon Lindsay, editor de La voz de sanidad; el Hermano Branham y yo pasamos un rato juntos, en el que comimos algo y disfrutamos del compañerismo en el restaurante y en el carro del Hermano Moore.

Lo último que dijo el Hermano Branham antes de despedirnos, cuando estábamos sentados en el carro del Hermano Moore, fue: “Oremos juntos”. Él oró por cada uno. Luego nos dio las buenas noches; nos sentíamos mucho mejor después de conversar con este hombre de Dios.

El reverendo Len Jones

Ministro pentecostal, de Australia

Escrito en 1954