12/02/2019
Hechos 19

11 Y hacía Dios milagros extraordinarios por mano de Pablo,

12 De tal manera que aun se llevaban a los enfermos los paños o delantales de su cuerpo, y las enfermedades se iban de ellos, y los espíritus malos salían.

Hechos 19:11-12

Sí, la Palabra de Dios está viva y firme en Su pueblo. Recibimos el siguiente correo de parte de una hermana de Brasil que está agradecida porque Dios todavía honra Su Palabra.

Daniel, mi hijo de diez años, sufría de bronquitis asmática desde los cinco meses. A los cinco años, estuvo unos días en la unidad de cuidados intensivos. En mis oraciones, constantemente le pedía a Dios por su sanidad, pues siempre necesitaba un inhalador que le diera alivio en los pulmones y pudiera respirar. Debía tomar antibióticos regularmente debido a la sinusitis persistente.

El invierno pasado acababa de tomar los antibióticos y una semana después su nariz se congestionó de nuevo. Se despertó en la madrugada para pedirme algún remedio, pues se sentía muy mal debido a la mucosidad. También estaba tosiendo fuerte debido a la secreción de sus fosas nasales.

Le oré al Señor y Le pedí dirección. En mi corazón, oí claramente que usara el paño de oración que una hermana me regaló. Tomé el paño de oración, pero no pude colocarlo en su ropa. Nuevamente, sentí que algo me dijo que en mi maleta de costura había un prendedor.

Cuando abrí la maleta de costura, un prendedor sobresalía entre todas las agujas. Esto fortaleció mi fe. Me acerqué a mi hijo, lo desperté y le comenté que el Señor Jesús me había indicado que, si le colocaba el paño de oración, sanaría. Me contestó: “Yo creo, mamá”. Después de eso, dormimos el resto de la noche. Sentí gran paz y pude descansar.

Me levanté al día siguiente y mi hijo ya estaba en la habitación. Me dijo que se encontraba bien y que ya no sentía nada. Utilizó el paño de oración durante casi un mes. Desde entonces no ha tomado más medicamentos.

Gloria a Dios, pues Él es el Gran Sanador.

Ruth Margareth Godeny

Brasil