17/02/2017
Sonrisas

Hay testimonios que infunden ánimo, unos que mueven a lágrimas y otros que se aplican exactamente a nuestra vida; pero hay algunos que nos hacen sonreír mucho. Los siguientes son de esos testimonios:

“Oh, Bill”

Aquí, no hace mucho, un gran Cadillac se detuvo enfrente de la puerta, Uds. saben, y dijo… Y yo estaba barbudo y sucio, y estaba lavando las ventanas afuera. Y el hombre dijo: “¿Cómo está, señor?”. Dijo: “¿Podría decirme dónde se encuentra el reverendo Branham en este momento?”.

Respondí: “Esa ahí es su esposa. Puede preguntarle”.

Y ella quería meterse debajo de la tierra. Me miró. No sabía que decir. Dijo, él… ella de casualidad estaba…

Él dijo: “¿Dónde es su próxima reunión?”.

Y ella le respondió y se marchó y dijo: “Oh, Bill”.

El Hermano Branham (62-0714)


Dios repara las cosas menores

Nuestro horno de microondas se averió e hice todo lo que sabía para arreglarlo: lo desconecté y volví a conectarlo, presioné todos los botones varias veces, se lo mostré a mi esposo y repetí todos esos pasos una y otra vez. Nada funcionó. Él no quería echarlo a la basura, así que habló con su papá, el “Sr. Mecánico”. Bueno, nos informó que el arreglo seguramente costaría más que su valor. Pasó una semana sin que lo usáramos y ningún técnico vino a arreglarlo. Sara, mi hija, comentó: “Pongámosle las manos y oremos, tú sabes que Dios repara las cosas menores”. Así que lo hicimos. Luego añadió: “Ahora úsalo”. Lo intenté y no encendió. Ella presionó el botón de dos minutos ¡y funcionó! Exclamé: “¿Cómo lo hiciste?”.

¡Ahora estamos preparando palomitas de maíz! ¡Gloria a Dios!

La Hermana Kellar

Estados Unidos


¿Por quién va a votar?

Unos días antes de las elecciones, estaba colocando un cartel de testificar en un poste telefónico junto a una parada de autobús. Estaba cerca de un semáforo y un hombre que venía en una camioneta Pickup se detuvo y gritó desde la ventana abierta: “¡Donald Trump!”; seguramente asumió que se trataba de propaganda política. No respondí nada. Entonces preguntó: “¿Por quién va a votar?”. Así que exclamé: “¡Por Jesús!”. Dijo: “¿Por quién?” Repetí: “¡Por Jesús!”. Él sonrió.

El Hermano Clifton

Estados Unidos


Computadores

Gracias al Señor por arreglar su computador (del artículo publicado el 15 de diciembre del 2016). Me alivia saber que no habrá computadores en el Cielo o, si los hay, siempre funcionarán bien y sabremos cómo manejarlos.

Anónimo

Estados Unidos


Un comilón

Antes de morir, él llamó a su hermano, Luke. Y el Instituto Bíblico de Moody, de allá de Chicago, había enviado a un—un pequeño cuarteto para que cantaran a su servicio. Y Paul siempre tenía un sentido del humor. Supongo que conocieron a Paul, como…

Y Luke era peor. Luke era todo un payaso; uno nunca sabía cuándo era sincero. Solía entrar al restaurante, y ofrecían… cuando vendían este… ¿Cómo es, Gene, que se llama esta cosa que vendían, como larga? Uds. saben, que viene todo enrollado; ahora lo venden en cubitos. Es como un—un… No, es un—es un cereal para el desayuno: cereal de trigo triturado. Lo solían ofrecer como unas cositas pequeñas y alargadas así y él las llamaba colchones de muñeca. Le dijo a la señorita: “Tráigame colchones de muñeca”. Era de tremendo apetito. Y le dijo a la señorita una mañana…

Le dijo: “¿Qué desea?”, una muchacha sureña.

Él dijo: “Bien, me gustaría media docena de huevos y una libra de jamón y unos diez panecillos”.

Zapateó con su piececito y dijo: “Cuando se decida, pídame lo que quiere…”

Él dijo: “Eso es lo que quiero”, y él era un gran comilón.

“Eso” dijo el Hermano Bosworth, “es lo que él quiere”.

Dijo: “¿Cuál es el problema? ¿No están acostumbrados aquí en el sur a alimentar bien a los hombres?”.

Ella dijo: “Sí, señor, pero no a llenar graneros”. Él tenía un tremendo sentido del humor.

El Hermano Branham (61-0212M)


El abecé

Estaba sentada en el sofá con mi niño, escuchando una cinta de los cuestionarios de octubre. El Hermano Branham mencionó: “Jesús escogió hombres que ni siquiera conocían su abecé y los ungió con el Espíritu Santo”. Mi niño dijo: “¿Me escogió a mí?”. Le pregunté: “¿Por qué?”. Contestó: “Porque ni siquiera me sé el abecedario”. Se me escapó la risa. ¡Fue tan tierno!

La Hermana Grigg

Estados Unidos


Lección aprendida

Mi esposo y yo nunca aseguramos las puertas, pero ayer a medianoche, nuestro perro empezó a ladrar y quería salirse. Cuando volví a acostarme, escuché que en el teléfono de mi esposo estaba sonando un Mensaje, donde el Hermano Branham contaba la historia del hombre que había conseguido un montón de oro y le disparó al perro que le estaba advirtiendo. Así que me levanté y aseguré las puertas. 

La Hermana Gagnon

Estados Unidos