Con la ayuda del Señor, viajamos a Pitesti, donde visitamos a un pequeño grupo de Creyentes del Mensaje. Llevamos material de VGR y los hermanos nos abrazaron con alegría cuando llegamos por la tarde, luego de recorrer un camino remoto.
Era un lugar humilde, lleno de hermanos y hermanas ancianas. Sin embargo, la Palabra de Dios fue bien recibida y se gozó de un compañerismo celestial.
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Al día siguiente reanudamos nuestra jornada con un nuevo destino, que de nuevo era de difícil acceso en vehículo. Fue duro, pues se trataba de una zona montañosa donde rara vez se encuentra un camino pavimentado. No obstante, eso no nos impidió continuar el viaje, cuyo objetivo era llevar a cabo una reunión en una pequeña casa que emplean como iglesia.
Luego de un trayecto corto logramos alcanzar nuestro destino, donde escuchamos a nuestra llegada cantos de adoración al Señor que provenían de las ventanas abiertas de la habitación. No podemos expresar la hermosura de ese lugar; no tanto naturalmente, sino por el grupito de personas que encontramos alejado del mundo moderno y que en su simplicidad permanece aferrado al Mensaje de la hora.
En menos de nada, la presencia del Señor estaba en medio nuestro; entonces el compañerismo continuó con este maravilloso “alimento” que impartió nuestro profeta.
Estoy seguro de que el Hermano Branham se hubiera sentido muy a gusto en una iglesia así.
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Dios los bendiga,
Oficina de Rumania