20/03/2018
Él conoce todo

En esta vida abundan las pruebas. Algunas son moderadas y fáciles de superar, mientras que otras nos devastan y nos hacen la vida casi imposible de sobrellevar. No obstante, estamos conscientes de que Dios conoce todo y permite estas pruebas según Su propósito divino. Aún así, durante las pruebas el Señor sigue hablándonos con amor y aliento. Es posible escuchar esa Voz de muchas formas distintas, entre las cuales una muy oportuna es por medio del profeta de Malaquías 4. El apóstol Pablo dijo: “… sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien…”. No sabemos por qué esta hermana tuvo que atravesar esta experiencia, pero sin duda una de las razones fue animarnos a todos los que hoy leemos este testimonio.

Queridos hermanos y hermanas:

Me he sentido inclinada en mi corazón a escribir un testimonio sobre un incidente y la forma en que el Señor, además de sanarme físicamente, me brindó el consuelo que tanto necesitaba tras la tragedia, por medio de Su Palabra.

En el 2016, a finales de verano y comienzos de otoño, mi esposo y yo descubrimos que esperábamos a nuestro quinto hijo, aproximadamente para la Pascua del 2017. (La hermana relata el devastador aborto espontáneo).

Al poco tiempo del aborto, una amiga de Georgia me llamó para preguntarme si podíamos alojarla junto con su familia y una pareja de ancianos (que estuvieron en las reuniones del Hermano Branham, pero llevaban bastante tiempo sin visitar Jeffersonville), para que pudieran asistir a los servicios del Tabernáculo Branham. Se lo comenté a mi esposo y estuvo de acuerdo. Un día o dos antes de su llegada, mi esposo habló conmigo, observando que aún me encontraba débil y agotada, y consideró que me costaría mucho esfuerzo recibir huéspedes.

Por tanto, contacté a mi amiga, quien fue muy comprensiva. Decidieron viajar de todas formas y hospedarse en un hotel. Nos visitaron la noche que llegaron para confraternizar un poco. La pareja de ancianos los acompañaron y el hermano me llevó el libro del sermón que él presenció al Hermano Branham predicar, junto con un paño de oración.

Me lo prendí por dentro de la ropa, como instruyó el Hermano Branham, pues necesitaba sanidad de la anemia. Seguía perdiendo sangre (por el aborto) y finalmente me vi obligada a someterme a una cirugía menor. El doctor me recomendó administración intravenosa de hierro para regular los niveles, pero eso no me convenció. En cambio, tomé suplementos naturales para normalizar mis niveles de hierro, mientras usaba el paño de oración y esperaba que mi sanidad se manifestara.

Un miércoles por la noche, durante el servicio del tabernáculo, mi niña estaba portándose mal, así que la llevé al parqueadero para que se sentara en el carro y seguí escuchando el servicio allí (por la transmisión). Al final, el Hermano Branham oró por una mujer con flujo de sangre. Durante ese proceso me dije que, si escuchaba al Hermano Branham orar por alguien con flujo de sangre, recibiría mi sanidad. ¡Gloria al Señor! No necesité el tratamiento de hierro, pues Dios me sanó en el parqueadero posterior del Tabernáculo Branham.

Al igual que muchas mujeres que sufren abortos, experimenté momentos en que me apesadumbraba y me deprimía, añorando mi niño. Habiendo pasado unos días así, una mañana mi esposo se despertó primero que yo y puso a sonar un mensaje mientras seguíamos acostados. Al escuchar algo en la cinta me desperté. Le pregunté a mi esposo cuál mensaje había colocado y eché mano de mi celular para leerlo en la aplicación de La Mesa. Esta fue la cita que escuché:

Entonces cuando llegamos allá, el hombre tenía un carácter muy duro, y no pensé que él creía en nada. Y él acababa de perder un bebé unas noches antes, un bebé que nació muerto. Así que salimos de cacería. Y al segundo día, el hombre con el que yo andaba cazando le había dicho, le dijo que yo conseguía cazar por todo el país. Así que cuando el otro cazador que andaba conmigo se fue, nos hallábamos bien arriba en la cima, donde habíamos perseguido un puma, hasta que lo corrimos entre las rocas, y se nos escapó. Y así que estábamos sentados allí esperando que regresara el perro. Y este hombre me dijo, él dijo: “El otro cazador, su amigo, me dice que Ud. caza por todas partes. ¿Tiene Ud. mucho dinero”? Dijo: “Supongo que no es asunto mío”.

Y yo le dije: “No”, dije, “no es cuestión de mucho dinero”. Dije: “Yo—yo soy patrocinado”.

Y él dijo: “Oh, ya veo”. Él dijo: “Pues supongo, de nuevo, que no es asunto mío, pero”, dijo, “¿está Ud. con algún negocio que lo patrocina”?

Él me lo estaba sacando. Yo prometí que no lo haría, ¿ven? Entonces dije..., yo dije: “No señor. Yo soy un predicador, un misionero”.

Él dijo: “¿Un qué”?

Y yo le dije: “Un misionero”. Y él sencillamente se levantó y me miró por unos cuantos minutos.

Y dije: “¿Tiene Ud. esperanza para la Vida más allá? ¿Cuál es su esperanza”?

El dijo: “Yo soy un mormón informal”.

Y yo dije: “¿Un qué”?

El dijo: “Un mormón informal”.

Le dije: “¿Qué clase es ése”?

Dijo: “La clase que maldice y toma café, y fuma cigarrillos”.

Yo dije: “Pues, una confesión honesta es buena para el alma”.

Y entonces dijo—él dijo: “Quiero preguntarle algo”. El dijo: “Me dicen que la iglesia mormona es la única verdadera iglesia”. El dijo: “¿Cree Ud. eso”?

Dije: “Cuando se trata de iglesias, me supongo que es tan buena como cualquiera. Yo conozco una sola Verdad, y esa es Jesucristo”. Dije, “Sé que El es Verdad”.

“Pues”, dijo él, “me nació un bebé la otra noche, muerto”. El dijo: “Me dicen que este bebé, por nacer muerto, que porque Dios no respiró aliento de vida en él, que nunca jamás lo veré”. El dijo: “¿Qué piensa Ud. en cuanto a eso”?

“Pues”, le dije, “como mormón informal, ciertamente no lo verá, no. Eso es algo seguro, Ud. no lo verá mientras permanezca un mormón informal”. Y él dijo...Pues, él me había estado empujando a mí, así que yo lo empujé también a él un poco, ¿ven? Era tiempo de—de empujar. Entonces él dijo—dijo...Yo dije: “¿Qué sucede”?

El dijo: “Oh, yo no sé”. Y él dijo: “Pues, ¿qué cree Ud.”?

Yo le dije: “Yo conozco muchos muy buenos...”

Yo no sabía que él era mormón. Y yo estaba muy...Yo sé, que estando en Utah, que probablemente lo era, pero yo...porque la mayoría de personas allá son mormones, en los alrededores de Salt Lake City. No obstante, esto aquí no era Salt Lake City. Entonces pensé: “Pues, he tenido buenos amigos mormones, han pasado por las líneas de oración, gente muy fina”.

Y yo dije: “He conocido muy buenos hombres que son mormones”. Y él dijo, pues, dijo...Yo dije: “No conozco cómo enseñan en cuanto a eso, y no quisiera decir nada contrario a lo que ellos enseñan, porque eso es lo que Ud. es, y yo respeto eso altamente”. Y yo dije: “Pues, ¿cree Ud. de esa manera”?

El dijo: “Sí señor, creo así. Pero”, dijo, “no lo vivo”.

Yo dije: “Pues, yo creo que la Biblia enseña que Dios conocía ese bebé, hace millones de años, antes de la fundación del mundo”. Yo dije: “Dios le dijo a Jeremías, ‘Antes que fueras concebido en el vientre de tu madre, antes que salieras del vientre, yo te conocía, te santifiqué, y te ordené profeta a las naciones’”. Le dije: “Así conocía El al respecto, ¿ve Ud.”?

El dijo, “Pues”, dijo, “gracias”.

El comenzó a caminar cuesta abajo.

Probando Su Palabra (65-0426)

Me infundió los alientos que necesitaba escuchar al profeta darme la certeza de que veré a mi niño de nuevo. Aun cuando Su respuesta es no (cuando oré por no perder el bebé), Él suple lo que necesitamos para superar las circunstancias.