20/03/2019
El amor de una madre

Julius Stadsklev se conoce principalmente por escribir el libro que ha bendecido a incontables creyentes alrededor del mundo: Un profeta visita Sudáfrica. Si escuchan las cintas del Hermano Branham, entonces seguramente han escuchado sobre el Hermano Stadsklev cuando organizó todo para que el Hermano Branham volara a Alemania a orar por su bebé, que había muerto trágicamente. La familia esperó al otro lado del mar, en Alemania, a que el profeta de Dios llegara con el ASÍ DICE EL SEÑOR. La respuesta finalmente llegó, pero no era lo que esperaban. Con todo, su fe y su prueba nos dieron una lección de vida a todos nosotros: debemos aceptar todas las decisiones de Dios.

El siguiente es un testimonio de un hermano de VGR que tuvo el privilegio de conocer a la familia Stadsklev y forjó una conexión especial con la pequeña Deborah Stadskev.

Fue un día muy especial cuando nos invitaron, junto con unos amigos, a visitar al Hermano Julius Stadsklev.

Con frecuencia habíamos escuchado al Hermano Branham contar la historia de la bebé Stadsklev, que había muerto. Tenían listo un avión para llevar al Hermano Branham a Alemania para orar y resucitar a la bebé muerta. Sin embargo, cuando el Hermano Branham recibió Palabra de parte del Señor indicándole que no fuera, el Hermano y la Hermana Stadsklev enterraron a su bebé. Después, esa madre con el corazón destrozado guardó todas las pertenencias de su bebé en un baúl, el cual permanecería cerrado por mucho tiempo.

No conocíamos a los Stadsklev y estábamos ansiosos por conocerlos.

Cuando llegamos, la puerta del garaje estaba abierta y, al entrar, el Hermano Stadsklev nos dio la bienvenida. Toda la familia estaba allí: el Hermano Julius; su esposa, Gloria; y sus hijos, David y Deborah.

Por casualidad, ese mismo día la Hermana Stadsklev —esa pobre madre con el corazón destrozado— había reunido el valor para abrir el baúl en el que había dejado todas las pertenencias de su bebé.

Nos contó que no fue capaz de abrirlo hasta esa mañana, trece años después. Lo abriría allí mismo en el garaje, donde estaba guardado el baúl. Sin duda este era un momento muy precioso para toda esa familia. No nos trataron como intrusos en ese momento especial, sino que nos incluyeron.

La Hermana Stadsklev tocaba con cariño y abrazaba cada pertenencia. Nos hablaba de cada prenda, juguete, fotografía; todo lo que había en ese baúl era más preciado para ella que el oro. Esa mañana ella reflejaba una dulzura y una ternura muy especial.

Miró a nuestra bebé, que tenía casi un año, y de inmediato nos dio su bonito y pequeño suéter blanco de bebé.

Se lo colocamos a nuestra hija en seguida. Lo usó bastante y luego se lo heredó a nuestra segunda hija, que lo lleva puesto en esta fotografía.

Haga click en la fotografía para verla en tamaño completo

El Hermano Branham cuenta la historia de la bebé Stadsklev, Deborah, en la siguiente cita.

No hace mucho leí una carta proveniente de la iglesia luterana. No estoy diciendo esto como un halago, Dios lo sabe, mi corazón ante esta Biblia. Él verdaderamente estaba haciendo pedazos a uno de esos evangelistas con respecto a algunas de sus “súper” ideas de sanidad. Dijo: “Qué de la pequeña Deborah Stadsklev, cuando la madre manejó hasta aquí y estaba parada allí cuando...” Ese bebé había muerto esa noche y ya era la tarde del día siguiente. Muerto; el doctor lo declaró muerto y todo, frío y tieso. Lo pusieron en mis brazos y oré por él. El bebé empezó a llorar… lo regresé a los brazos de la madre. Esa madre estaba parada allí viendo eso. Ella escribió cuando su bebé se enfermó en Alemania, la Sra. Stadsklev… El capitán Stadsklev (él es amigo de Billy Graham), uno de mis asociados en la reunión, escribió ese libro que Uds. están consiguiendo: Un profeta visita África. Y ahora... y estuvo presente cuando el Ángel del Señor vino y tomaron Su fotografía, esa Columna de Fuego que descendió, que viene a las reuniones. Él tomó la fotografía de eso, vio todo eso.

Y así que él... Cuando su bebé falleció, esa pobre madre no podía estar en paz. Ella llamó desde Alemania y el avión de propulsión de la Fuerza Aérea americana me iba a llevar allá a Alemania. Dijo: “Esta bebé puede resucitar”.

Le dije: “Permítanme ver lo que dice el Señor”. Y esperé, y esperé. Pasaron dos días. El médico fue muy amable. Ellos ni siquiera... Ellos estaban alrededor de la niña gritando, llorando y comportándose así, y demás, pero no tenía vida. Yo esperé.

Una mañana el Espíritu Santo me despertó y dijo: “No toques eso, no reprendas eso. Esa es la mano del Señor”. Y yo se los hice saber. Ese ministro luterano dijo: “¿Por qué no esperaron así, hasta que recibieran una decisión bien definida de parte de Dios?”. Entonces sabrán cuál es su postura. Esperen hasta que tengan el ASÍ DICE EL SEÑOR, entonces sabrán en dónde están.

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